miércoles, 25 de abril de 2012

L'Aceña número 3

El antiguo convento de San Leonardo, cuya fachada ilustra la portada de su número 3, protagoniza buena parte de ésta y la siguiente edición de la revista L’Aceña en las que se incluyen dos amplios reportajes, acompañados de abundante material gráfico, que detallan la historia y las características de este recinto monástico que con el paso del tiempo, la desamortización y el saqueo de sus materiales sufrió una paulatina degradación que dio como resultado unas ruinas que el buen hacer de los P.P. Reparadores y la reciente apertura del nuevo Museo Arqueológico Padre Belda han consolidado definitivamente.
También la arqueología tendrá cabida en esta publicación que se ocupa da dar noticia de la existencia de un yacimiento en la vecina localidad de Garcihernandez,  al tiempo que describe algunos de los monumentos megalíticos diseminados por diversos parajes de las Tierras de Alba.
Bernardo del Carpio, el Pozo de la Nieve, la vida del Padre Valentín Salinero, la Guía Turística de Alba de Tormes de Nicolás Miñambres, la recuperación de alguna imágenes captadas por la cámara del fotógrafo albenses Jesús Santos… completan, junto a otros, los contenidos de este número que ya se encuentra disponible en nuestra hemeroteca.

jueves, 19 de abril de 2012

Mercedes

Coincidiendo con el 127 aniversario de su nacimiento, ponemos a disposición de cuantos se sienten atraídos por el buen hacer literario de José Sánchez Rojas una nueva de sus obras que, como en ocasiones anteriores, nos ha sido facilitada por Miguel Manuel Martín, colaborador habitual de esta página.

En este caso nos ocupamos de Mercedes, relato corto publicado por la revista Los Contemporáneos en 1923, apenas unos meses después de haberse puesto a la venta el Tratado de la perfecta novia por el que, sin duda, se siente influenciado y con quien comparte un mismo estilo, dulzón y almibarado, cuando la trama enfoca hacia alguno de los temas argumentales que presumimos como los principales anhelos existenciales del escritor albense –el matrimonio y la paternidad-, anhelos estos que ya hemos visto aflorar en otras de sus narraciones y que en determinadas etapas de su vida constituyen una de sus temáticas recurrentes.

La novela, ambientada en la Salamanca de principios de siglo XX, se desarrolla en torno a una relación sentimental que bien podría ser reflejo biográfico de alguna mantenida por su autor, y a la que éste imprime visos de verosimilitud al situar a sus personajes inmersos en acontecimientos y lugares reales y fácilmente identificables por el lector tales como el desenlace de la algarada estudiantil del 2 de abril de 1903 en la que dos universitarios cayeron abatidos por el fuego represivo de las fuerzas del orden, o la visita que sus protagonistas realizan a Alba de Tormes, tierra natal de Rojas que aquí describe de forma somera.

martes, 17 de abril de 2012

Cerámica albense en Televisión.

En Antena 3 TV, y más concretamente en su serie Bandolera, podemos encontrar, entre los decorados de sus estancias, alguna de las  filigranas que caracterizan los platos y botijos nacidos de las manos de Tomas Pérez, reconocido alfarero de nuestra tierra que colabora en esta producción, como se refleja en sus títulos de crédito, lo podría haber dado pie a los guionistas de la novela para relacionar con nuestra localidad a uno de sus próximos personajes, Don Pablo Garmendia, un potentado ganadero, dueño de más de diez mil cabezas de ganado “originario de Alba de Tormes”.


jueves, 12 de abril de 2012

Bernardo del Carpio

Al hilo de la reciente publicación en está pagina del estudio de Santiago Zamarreño sobre sus hallazgos rupestres en la Meseta de Carpio, y con el animo divulgativo al que hace referencia en su introducción, Nicolás Miñambres nos regala con un interesante artículo, que reproducimos en su integridad,  en el que al tiempo que desmitifica la leyenda que rodea la figura de Bernardo del Carpio nos ofrece una síntesis de distintos espacios -físicos y literarios- con él relacionados.

GEOGRAFIAS  DE BERNARDO DEL CARPIO
Por Nicolás Miñambres

Los tiempos que corren son tiempos de revisión científica, planteada desde diversas perspectivas. Al tiempo que se desmitifican ciertos acontecimientos históricos, otros renacen con fuerza nueva. Y lo que, en ocasiones, fue considerado como visión legendaria, pasa en muchos casos a convertirse en documento de rigor histórico. Un ejemplo de este rescate científico es el caso de Bernardo del Carpio. Las interpretaciones tradicionales no dudaban en considerar que el personaje medieval no era más que una invención de la épica española, afanosa por crear un mito que contrarrestara la popularidad de los caballeros de la épica francesa. De nada servía que en las tierras leonesas de Barrios de Luna o en las salmantinas de Alba de Tormes se conserven restos de castillos medievales y una rica tradición oral.
La publicación de Bernardo del Carpio y la batalla de Roncesvalles (Oviedo, Fundación Gustavo Bueno, 2007) del erudito asturiano Vicente José González García ha supuesto una revisión profunda del personaje de Bernardo del Carpio. A partir de esta obra, carece de sentido negar la existencia real del personaje. La abrumadora documentación es una  prueba definitiva e indiscutible.
Frente a logros de semejante profundidad, estas líneas persiguen objetivos modestos: ofrecer una síntesis de los espacios reales y literarios de Bernardo del Carpio y glosar una obra desconocida, Bernardo del Carpio, escrita por Ambrosio, un escritor modernista catalán y ambientada en el castillo de León. No hay por tanto pretensiones eruditas, sino un mero afán divulgativo.

Espacios carpianos en Asturias y Castilla y León.
Míticos debemos considerar los espacios que refleja el Romancero, así como otros cantos épicos medievales que han ido aumentando y enriqueciéndose a lo largo de los siglos, hasta llegar al siglo XVIII, con obras como la Crónica de España Emilianense, de Berganza. La proyección “bernardiana” llega hasta los tiempos actuales incluso a las Islas Filipinas, donde es muy popular la representación gráfica en estampas o cromos de Bernardo del Carpio, según documenta José Vicente Ledesma, un buen conocedor de este mundo. No deja de ser curiosa la referencia a la Cueva de Bernardo que Inma Chacón reproduce en su novela Las filipinianas (2007) ambientada en las islas Filipinas en el siglo XIX. Las docenas de obras, de diverso enfoque y estructura que documenta Vicente José González en torno a la figura de nuestro héroe son un corpus  relevante en torno a  Bernardo del Carpio.
Aunque no sea el objetivo de estas líneas, no debe faltar el comentario sobre las aportaciones de José González García respecto a los lugares carpianos, centrados en doña Jimena, el Conde de Saldaña y Bernardo de Carpio. Con un quehacer arqueológico próximo a la tarea detectivesca, el investigador llega a la conclusión de que el monasterio de San Pelayo guarda el sepulcro de una doña Jimena, con toda probabilidad, la madre de Bernardo. Relacionado con el nombre héroe se encuentra el arrabal ovetense del Carpio. El Conde de Saldaña, padre de Bernardo, aglutina buena parte de los escenarios palentinos, especialmente Saldaña y el monasterio de Entrepeñas, donde la tradición lo considera enterrado. No hay que olvidar que en las Agüeras de Quirós se crió, según la leyenda, Bernardo y que en Becerril de Carpio tuvo su residencia. El documento más llamativo puede considerarse Aguilar de Campoo, en cuya cueva donde se guardó el Cristo milagroso, es tradición que fue enterrado Bernardo del Carpio.

Espacios leoneses y salmantinos.
El Castillo de los Barrios de Luna fue siempre considerado como un hito espacial de Bernardo del Carpio. Lo documentó con detalle don Pascual Madoz en su Diccionario  y no se olvida de él Gil y Carrasco: “Hacia las lindes de este país y junto a un pueblo llamado Barrios de Luna se ven las paredes aportilladas por todas partes del castillo de Luna...”. La tradición la recoge también Víctor de la Serna en su Ruta de los foramontanos (1955).
Muy sugestiva resulta la información que aparece en Valles de leyenda (León, 1994) obra de don Florentino, Luis Mateo y Antón Díez. Mezclando erudición y recreación poética actual, los autores rescatan la leyenda del héroe y, sobre todo, la condición del castillo, en el capítulo “Luna, el Valle del Amor Cautivo”. La leyenda tiene su versión poética en “El romance de la pastora de Caldas”. El documento histórico se mezcla con la visión romántica: “No hace mucho se nos mostraban en la penumbra del viejo zaquizamí consistorial de Luna, entre arañas y carcomas – escriben los autores- los grillos `que habían atenazado  las piernas de San Díaz´ en la berroqueña cueva del castillo, o los barrotes herrumbrosos del rastrillo, `que atrancó su vida y su amor´. Y en los hierros –se nos forzaba a mirarla, a palparla casi-, viva todavía en la tenaz ilusión aldeana, la sangre del traidor que se atrevió a escupir al héroe cuando penetraba en la cárcel”.
No falta la alusión al Monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas, en las cercanías del Río Mayor de Luna. En él “aparecía un vetusto y austero sarcófago de piedra alabastrina y en él los guiñapos carcomidos de unas muy ricas y viejas telas `que habían sido la mortaja de Doña Ximena´, la amada de San Díaz, madre de Carpio”. Ello suponía una involuntaria pero clara rivalidad con el convento de San Pelayo de Oviedo, “el lugar de encierro monacal donde el Rey Casto hubo de poner a la infanta, su hermana,  cuando sus amores con el conde de Saldaña fueron descubiertos”.
 El Castillo de Bernardo del Carpio en tierras salmantinas no desmerece respecto a otros escenarios. Localizado en la población de Carpio Bernardo (una aldea perteneciente al partido judicial de Alba de Tormes) forma parte de la larga serie de poblaciones con esta misma denominación. No faltan entre ellas, además de las de Asturias y Castilla y León, poblaciones en Toledo, Córdoba e, incluso, en La Coruña.
La población salmantina de Carpio Bernardo es una de las más relevantes en relación con la presencia y la historia del héroe Bernardo del Carpio. La importancia de este emplazamiento viene avalada por un doble documento. El primero tiene que ver con las variadas descripciones de los restos de  la fortaleza medieval, documentada por Pascual Madoz, que no excluye una vinculación legendaria en el emplazamiento: “Es tradición antiquísima  que en este despoblado vivió una mora que por un camino secreto tenía comunicación con un moro que habitaba en Carpio Bernardo, con quien  estaba en relaciones amorosas; mas esto no puede pasar de una fábula ridícula, si se atiende a que el río Tormes media entre Arapil y Carpio Bernardo”. La leyenda pierde aun más consistencia si consideramos que Carpio Bernardo era territorio cristiano. Como en tantos emplazamientos, antiguamente en Amatos de Alba se contaba la leyenda de la gallina de oro macizo que, acompañada de sus pollitos, yacía oculta en el susodicho pasadizo. El investigador salmantino Antonio García Boiza se ocupó con detalle del castillo en su Inventario de los castillos, murallas, puentes, monasterios...
Sin embargo, el emplazamiento de Bernardo carecería de relevancia si no existiera el Arapil de Amatos de Alba. Compuesto orográficamente por tres formaciones, en aquellas tierras se habla siempre de “Los Arapiles”. En el Arapil se localizan unos versos de gran popularidad en aquellos parajes salmantinos: Bernardo estaba en el Carpio / y el moro en el Arapil, / por estar el río en medio, / no pudieron combatir. Otra de las versiones indica... como el Tormes va crecido / no pudieron combatir. El río Tormes (cantado por múltiples poetas a su paso por Alba de Tormes y Amatos) se enriquece así con la Reconquista. Conviene advertir que la coplilla popular no es un mero recuerdo legendario. Alfonso X el Sabio localiza con precisión la construcción del castillo en la Crónica General de España: “Tormes ayuso contra Alba llegó Bernardo a un otero que es a tres leguas de Salamanca, arremetió con su caballo e subió en somo del otero, entró a toda prisa e vio toda aquella tierra tan fermosa y cumplida de todas las cosas que son menester al ome e fizo en aquel lugar un castiello muy fuerte e muy bueno, e pusol nombre Carpio et dallí adelante  llamaron a Bernardo del Carpio”.
No son muchos los elementos de la fortaleza conservados, pero los grandes bloques de chinarros y cal, y el arco de herradura dan fe de su antigüedad y de su condición arquitectónica. Entre sus dueños, no faltan personalidades salmantinas eminentes, ni escritores vinculados a Carpio.  Es el caso de Lope de Vega, apellidado también Carpio. Lope (autor de El casamiento en la muerte, obra basada en la vida de Bernardo de Carpio) era, curiosamente, sobrino del comendador de Villagonzalo, población muy próxima a Carpio Bernardo.
El castillo, castigado por el abandono y el olvido a lo largo de los siglos, empieza a recibir un justo reconocimiento. Los esfuerzos y el entusiasmo de la “Asociación Cultural Bernardo del Carpio”, con José Vicente Ledesma a la cabeza, están consiguiendo revitalizar la personalidad de este héroe legendario de la reconquista.

viernes, 6 de abril de 2012

Milagro en el monasterio

Es, sin duda, el Viernes Santo la fecha más apropiada para ocuparnos, desde estas páginas, de la talla del Cristo de la Salud que constituye, junto a la de La Soledad, una de las imágenes más representativas de la Semana Santa albense.
Trasladado desde el monasterio de San Jerónimo -de donde obtiene el nombre con el que popularmente es conocido- a la iglesia de San Pedro en el año 1835, ignoramos cuándo y por quien fue tallado, si bien algunos autores le atribuyen una antigüedad que se remonta al siglo XVII. Y es precisamente aquí, en el desconocimiento de su pasado remoto donde, creemos, radica el origen de la leyenda de nuestro Cristo de San Jerónimo, leyenda que en Alba se ha venido transmitiendo de generación en generación y que hoy reproducimos tal y como en 1922 la publicaban Tomás Rodríguez Rubio y Constantino Gómez Gutiérrez en sus Recuerdos y Bellezas de Alba de Tormes.


«… Cuentan los ancianos, y el vulgo lo acoge con fe, que en una gran riada del Tormes el nivel de las aguas invadió el derruido convento de los Jerónimos, llevando tras si, entre otras cosas, el Santo Cristo de la Salud, que fue recogido en Ledesma. Los religiosos de Alba lo reclamaron, y Ledesma, atribuyendo a la Providencia que se lo llevó allí, valiéndose de la riada, se negaron a entregar tan preciada imagen. Inconsolables los padres pedían a Dios sin cesar una favorable solución; un día se presentaron a las puertas del convento, pidiendo alojamiento, dos jóvenes; otorgado por los frailes les alojaron en una celda, donde pernoctaron. A la mañana siguiente sorprendió a los religiosos que los dos jóvenes no daban señales de vida, y penetrando en la celda quedaron asombrados al encontrarse que, en la ausencia de los huéspedes, había un Santo Cristo, fiel copia del que las aguas les había arrebatado. …»


domingo, 1 de abril de 2012

Aceñas


Alba de Tormes
Torreón y aceñas del puente
Sobre el pretil situado frente a La Perdiz se secaban al sol las redes de nuestros antiguos pescadores.