miércoles, 26 de septiembre de 2012

Una plaza con historia

Publicado recientemente en una agenda taurina, su autor ha querido compartirlo con sus paisanos y nos remite este artículo sobre la plaza de toros de Alba de Tormes que con gusto incluimos en nuestra sección de colaboraciones.

LA PLAZA DE TOROS ANTIGUA DE ALBA DE TORMES

Por Nicolás MIÑAMBRES

Rebuscando en la historia
La inauguración de 2004 de la flamante plaza de toros cubierta de Alba de Tormes  el día 12 de octubre de 2004 (lo que supuso un suceso histórico para la villa ducal) fue todo un acontecimiento taurino y social. Pero  fue también el adiós a uno de los  cosos más antiguos de la provincia y de España. Construida en 1855, son pocos los documentos conservados, especialmente los documentos gráficos. En estas líneas intentaremos rastrear algunos datos, conscientes de lo mucho que queda por hacer. Para la elaboración de este trabajo ha sido decisiva la información de Manuel Martín Cruz, albense de pro y gran conocedor de este coso  taurino. Quien esto escribe quiere expresar su sincero agradecimiento por su generosidad.

Murióseme en Alba el día.
Con estos versos Lope de Vega evoca la muerte de Belisa, pero evoca también su amor por Alba, donde estuvo desterrado. De todos es sabido la pléyade de artistas que, desde la Edad Media, vivieron en Alba, a la sombra de los duques, o la evocaron con pasión en sus poemas. Juan del Enzina, Garcilaso, Cervantes, Lope de Vega, San Juan de la Cruz, santa Teresa…por citar sólo algunos nombres señeros, dejaron el nombre de la villa en sus escritos.
Lope es unos de los primeros escritores que nos dejó referencias taurinas, referencias existentes ya en 1614, aludiendo a las corridas que se celebraban en la Corredera. Lope, con su habitual maestría no exenta de dolor en este caso, evoca la muerte de don Diego de Toledo, hermanastro del Duque de Alba, preso en Medina. Para celebrar su liberación y retorno se celebran fiestas de toros en Alba y don Diego caerá herido de muerte en uno de los lances  a un toro:

Negro era el toro y de color tiznado,
erizado de cerro y lomo altivo;
corto de pies, de manos apartado,
los ojos grandes, como el fuego vivo;
de espeso remolino coronado;
como un erizo levantando el vello,
de cuernos alto y arrugado el cuello.

Según la versión de un escritor español del momento, Luis Zapata de Chaves, el fallo de don Diego de Toledo con la garrocha, provoca la reacción del toro, que hundirá su cuerno en uno de los ojos del duque, "y pasásele, y la cabeza y sesos, y sálele envuelto en ellos por la otra parte…" 
Algún día habrá que divulgar las crónicas de las múltiples festividades   celebradas en Alba en honor de Santa Teresa, con motivo de su beatificación y canonización. La magna obra del sabio carmelita albense Manuel Diego Sánchez, Bibliografía sistemática de Santa Teresa de Jesús (Madrid, Editorial Espiritualidad, 2008) es una fuente inagotable para esta documentación en su capítulo XV, "Conmemoraciones". Pretender estudiar todos los acontecimientos celebrados en España es tarea casi imposible. En el mínimo rastreo que uno ha llevado a cabo se comprueba que en alguna de estas obras la descripción de los festejos taurinos resulta extraordinaria, especialmente por el detallismo informativo con el que se describen todo tipo de suertes taurinas. No falta, por ejemplo, la descripción del Toro de Fuego, de tan honda popularidad en Alba de Tormes. Toda esta documentación es reflejo del fenómeno de los toros, fenómeno antiguo y popular, como ha demostrado Gonzalo Santonja en su excelente trabajo  Luces sobre una época oscura (El toreo a pie del siglo XVII) (León, Everest, 2010). 


 Pero... vamos a la Plaza antigua de Alba
Los pocos documentos gráficos de los que tenemos información muestran un buen empaque arquitectónico para el momento de su construcción, mediados del siglo XIX como se ha indicado. Uno de los documentos que acompañan este trabajo muestra cómo el recinto taurino presentaba en tiempos pasado mayor empaque arquitectónico que el que ofrecen los otros dos documentos. Todo el arquerío (retejado a buen seguro con tejas árabes de barro extraído de Los Coladeros) dota a la plaza de una estructura elegante para el momento. 
Las aportaciones de Francisco Tuduri Esnal, en su obra Plazas de toros en Castilla y León (Valladolid, Junta de Castilla y León, 1998)  permiten una recuperación de la estructura  de la plaza. Construida en 1855, con "macizo de relleno y mampostería", fue reformada en 1882 por el Vizconde Garcigrande, incorporando a ella corrales y otras dependencias. Es curioso comprobar que el organismo propietario de la misma era la Junta de Hospitales de Santiago y san Marcos, lo cual hace pensar en esa explotación de los espectáculos del siglo XVII. Los teatros con frecuencia eran administrados por las cofradías religiosas  y hospitales y comprobamos que en el siglo XIX, el gran hospital albense de Santiago ejercía tal vez un derecho parecido.
Originariamente presentaba un perímetro de veinte lados, enfoscada de mortero. Lo único llamativo en su estructura eran los tres palcos, de construcción más moderna y localizados sobre los toriles. Llama la atención la mínima altura de los austeros asientos, lo que hace pensar que los espectadores verían la corrida de pie. Sin embargo, debemos ser cautos con la información.
Probablemente la plaza primitiva sufrió alguna reforma por lo que leemos en otro estudio sobre ella, de cuya autoría no tenemos noticia. En dicho estudio se habla de dieciséis lados en su perímetro y de "1.600 localidades,  en tendido con cuatro filas de asientos". Se indica también la existencia de  "8 burladeros de doble cara". Frente a la única puerta de la que habla la documentación primera, en la segunda se habla de "puerta principal para cuadrillas y arrastre, un toril y tres vomitorios al tendido, con entrada directa a la vía pública". No falta un túnel de cuadrillas, dos corrales y seis chiqueros".


Actividades taurinas
Manuel Martín Cruz, en sus investigaciones, ha descubierto en algún legajo de las Madres Benedictinas referencias  a las corridas de toros en Alba del año 1797, que avalan lo dicho en líneas anteriores respecto a las ayudas que de los toros recibían ciertas formaciones religiosas:  "Setecientos sesenta y cinco reales y ocho ms. Que en este año se han dedicado  a las religiosas en la forma siguiente: de 172 rs. en las dos corridas de toros que hizo en la Villa…". De forma sucinta, en otro documento de 1799, se lee: "79 rs. para la fiesta de toros en esta villa”. Pero el documento más llamativo hallado por Manuel Martín Cruz ha sido el cartel de 1882, editado con motivo del  CENTENARIO  DE SANTA TERESA DE JESÚS EN ALBA DE TORMES. Se trata del tercer centenario, lo que supone la celebración de "grandes festejos". Un nutrido programa de actos en el que no falta "una banda de música tocando  diana", sin que falten "danzas" amenizadas con  música de dulzaina. Todo ocurre en un Alba adornada con "colgaduras" y "elegantes iluminaciones". Aparte de "festejos especiales a cada día" figuran, "al anochecer de los días 14, 15 y 21  fuegos artificiales".  Pero tal vez el acto más llamativo y original  sea el que se celebra en el Teatro  el día 16 a las tres de la tarde: "La solemne distribución de premios a las escritoras laureadas  en el Certamen de Poetisas Españolas".
Ultimando las fiestas figuran las corridas de toros de los días  19  y 20, "de las afamadas ganaderías de D. Pedro Barranco, vecino de Sevilla y de D. Pablo Lamana, del Escorial, bajo la dirección del reputado espada JOSE MACHIO, con sus correspondientes cuadrillas". Todo se completa, claro está, con los actos religiosos: "Durante las fiestas tendrán lugar Solemnes Funciones Religiosas". 
De la pervivencia de estos festivales de tauromaquia son buena prueba las corridas y los toreros documentados por Manuel Martín Cruz en su artículo "Tradición taurina en Alba de Tormes", publicado el 21, octubre, 2006. Hay datos de 1905 y 1906, 1932, 1933, 1948…y emergen figuras albenses, como José Sainz, "Salerillo" y Juanito Santos,  "Panaderito Chico". No faltan nombres tan precisos como  de Pedro Cotobal, "Virutas", Rovira Chico y "El Niño del Matadero". Protagonistas taurinos albenses en los tiempos modernos han sido José María Bautista, Aniano Sánchez "Charro del Tormes" o Paco "Perolas", debutante con Flores Blázquez y "El Turia".
Pasaron los tiempos y llegó la modernidad. Alba de Tormes fue el  primer coso taurino cubierto de la provincia de Salamanca. El entusiasmo de los albenses (y de forma especial el de de José Yáñez, alcalde entonces de la Villa) y un buen hacer arquitectónico hizo posible el milagro: el 12 de octubre  de 2004, ante la presencia de 3.500 espectadores, se celebró la primera corrida. Los diestros Eduardo Gallo, Javier Valverde y Juan Diego lidiaron toros de la ganadería de Domingo Hernández, en faena amenizada por la música  del pasodoble "Plaza de Toros Ducal",  estrenado para tan magna ocasión.

Una coda cargada de nostalgia
Quien esto escribe tiene vivísima en la memoria ciertos detalles de una tarde de toros a comienzos de los años cincuenta en la plaza albense. Por encima de plaza se divisaba el torreón del castillo;  en torno a él revoloteaban los vencejos. En la plaza, de grana  y oro, lucía sus alamares un diestro moreno. Ignoro su procedencia, pero no he olvidado su nombre, Víctor Ramos. No sería nadie, a buen seguro, pero para un niño de Amatos verlo enfrentado a un morlaco de semejante condición era una experiencia que el tiempo no borraría jamás. Después, cuando ese niño creció y empezó a leer, unos versos le trajeron de nuevo la imagen de Víctor Ramos. Fue leyendo el final del  "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías", el torero más culto, más bello y más elegante de la tauromaquia hispana:

Tardará mucho en nacer, si es que nace
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos. 



jueves, 13 de septiembre de 2012

Aquellos albenses de entonces

Bajo el título de  "Aquellos albenses de entonces", José Sánchez Rueda rememoraba, en la década de los noventa, sus vivencias y recuerdos de diversos personajes albenses esbozando unos interesantes apuntes biográficos que publicaría en El Espolón, boletín que editaba trimestralmente el Hogar del Pensionista de Alba de Tormes. En enero de 1996 y como consecuencia de la renovación de la junta directiva  de la asociación de jubilados, se interrumpe su publicación en este medio continuando, de forma efímera, en el número 9 –y último– de Cornezuelo. La desaparición de esta revista y el traslado a otras tierras del domicilio de Pepe Rueda pondrían punto final a la publicación  de estas semblanzas que, nos consta, resultaron del agrado de  muchos de sus lectores.
Hoy, desde estas páginas electrónicas, procedemos a su recuperación agrupándolas en un compendio que incorporamos a nuestra Biblioteca digital, al tiempo que ofrecemos a su autor  la posibilidad finalizar la serie publicando en este espacio aquellas que se le quedaron en el tintero o en el archivo.


viernes, 7 de septiembre de 2012

Reminiscencias del pasado


Durante una época se llamó así. Antes se la conoció como Plaza de Carboneros y también como Plaza del Grano, que es su nombre actual, sin embargo en una de sus esquinas aún figura señalizada como Plaza del General Queipo del Llano sin que nadie, hasta ahora, se haya ocupado de retirar esta placa.