viernes, 30 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Lunes, 30 de noviembre de 1812

«Día 30. Como a las cinco de la mañana recibió el comandante carta del lugar de las Cuevas comunicándole habían llegado á la garganta tres regimientos de infantería y uno de caballería enemigos preguntando por la columna, y que positivamente bajaban el Puerto; confiado en la hermosa localidad que ocupaba, el buen día, y cinco leguas de ventaja al enemigo, llevó adelante su idea de que la tropa se lavase y limpiase algún tanto la inmundicia que la cubría: que se pusieran los ranchos, y comidos, pasar lista a las dos de la tarde, como si hubiera de marcharse a aquella hora: á las doce del día llegó parte de Monbeltran manifestando hallarse a la vista el enemigo, y consecutivamente otro de ir entrando en la villa: ya fuese por los conductores de estos pliegos, o por las gentes que venían emigradas, el pueblo de Arenas se hallaba conmovido, y atribuyendo á la columna los males que presagiaba: en este estado de cosas el comandante dirige con un paisano oficio al ayuntamiento de Monbeltran diciéndole remitiese los zapatos y camisas á Almaraz, por tener orden de reunirse al tercer ejercito que había llegado a aquel punto, cuyo papel fue interceptado. Inmediatamente, y en seguida soltaron al paisano conductor, ordenándole el gefe de aquellas tropas volviese á decir á Miranda no ser fácil engañarlo á el después de haberlo hecho al general Sarru, y que sus circunstancias no le permitían seguir el camino de Plasencia; que fue el que tomó la columna tan luego como despacho el precitado oficio, haciendo noche en Candeleda, adonde vino el paisano con el mensage como á las nueve de la misma.»



jueves, 29 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Domingo, 29 de noviembre de 1812

«Día 29. Á las siete de la mañana se hallaba en lo alto del  Puerto del Pico cantando su victoria y descendiendo para el lugar de las Cuevas, donde hizo un largo descanso, adelantando ya itinerario que pasó á la villa de Monbeltran, para donde salió la columna, dejando el comandante encargado le avisasen toda ocurrencia de enemigos respecto á que sospechó de unos paisanos con quienes hablo antes de subir el Puerto. Como á las dos de la tarde llegó á Monbeltran, habiendo salido á recibirla el ayuntamiento y el oficial don Antonio Gómez de Arellano; que se hallaba comisionado por el general don Carlos España. La columna formó pabellones en la plaza, recibiendo sin dilación su ración de pan con un cuartillo de vino, y los vecinos gratuitamente lo hicieron á razón de una libra de higos por soldado. El comandante y oficiales en la casa consistorial fueron obsequiados con dulces y licores, brindando por el Rey y la nación, en cuyo acto pidió al ayuntamiento algunos zapatos y camisas, el cual contestó que pasándole un oficio, y descansando al siguiente día, vivía seguro de poder remediar alguna parte de tan urgente necesidad á aquellos héroes de la patria; pero el comandante ocultando sus recelos, y conociendo debía situarse mejor, manifestó precisarle pasar á la villa de Arenas, en donde descansaría dos días; que no solo les pondría el oficio, sí también dejaría al teniente don Andrés Narváez con cuatro soldados para recibir aquellos artículos, y encargando reservadamente al dicho oficial activase mucho al ayuntamiento, como el que estuviese con cuidado por si venia el enemigo, rompiendo su marcha llegó la columna a Arenas dos horas después de anochecido; y como tuviese hecho el alojamiento sin mas prevención que de al toque de llamada todos con sus armas acudiesen á formar al atrio de la iglesia, se fueron á descansar.»



miércoles, 28 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Sábado, 28 de noviembre de 1812

«Día 28. Al medio día conociendo el comandante iba poseyendo á la columna  un estado de debilidad por las continuas aguas, enormes fríos y marchas, sin estar á cubierto desde los Cantones de Burgos, hizo el arrojo de ponerse en marcha á la una, y se introduce en el pueblo de Hoyo-Quesero, encierra la tropa en su iglesia, hace que todos los vecinos le lleven lumbre, y que en las casas condimentasen un buen rancho para que lo comiesen á las ocho de la noche: los oficiales se colocaron en una casa frente á la misma iglesia. El pueblo se esmeró con sus auxilios, todos comieron y enjugaron el único equipo que llevaban, y el comandante á las nueve de la noche los entusiasmó diciéndoles: "vamos á concluir el peligro que tantos días hace nos rodea: á cuatro leguas nos hallamos del Puerto del Pico, y la Extremadura libre de enemigos nos proporcionará el descanso y medios para reunirnos al ejército, que debe estar ya en Galicia."Los soldados contestaron: estamos prontos, y nuestro mayor sentimiento desde el día anterior á la salida del castillo ha sido verlo á V. enfermo. A las once en punto de la noche, llevando bagages los enfermos de gravedad, rompió su marcha la columna.»



martes, 27 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Viernes, 27 de noviembre de 1812

«Día 27. Siguió la columna en este bosque, donde aunque muy  próxima al enemigo, su espesura y escabrosidad la ocultaba. Como á las diez del día los enemigos se reunieron en el llano de Peñaranda: los que salieron de esta villa con el rey intruso tomaron la misma dirección que los del día anterior; otros entraron en ella para acuartelarse, y los demás volvieron á sus  puestos, resultando quedar ya algunos evacuados. A todo esto un paisano que se hallaba escondido en dicho bosque con cuatro pellejos de vino, se brindó á venderlos si se le pagaban, y aunque sin medidas todos bebieron, y aquel muy  contento por el orden y hermandad que vio reinar en esta tropa. Al ponerse el sol llegó don Pedro Díez, cura del lugar de Gallegos, llamado por el comandante, y confirmando hallarse libre de enemigos aquel, al obscurecer se puso en movimiento para él la columna, donde saco guías, y continuándolo por Grajos, Martin Dominguez, Santa María del Arroyo, Maoja, y Menga, tomó una famosa posición al romper del día, haciendo llevar á ella de este último pueblo ración de pan por plaza, y cuartillo de vino del que tenia pedido el enemigo.»



lunes, 26 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Jueves, 26 de noviembre de 1812

«Día 26. A pesar del grande cansancio, mojados y descalzos todos, se hallaban tan animados que hubieran pasado á Ávila si no la ocupase el enemigo, como lo acreditó el mayoral del caserío; quien admirado y compadecido de tanta constancia y sufrimiento facilitó libra de pan por plaza, y cuanto tenia. A las doce del día avisaron las observaciones que el enemigo salía de Peñaranda; y luego que de este movimiento se enteró bien el comandante, trasladó su columna al bosque inmediato de Santa María del Espino, donde pasó tarde y noche cruelísimas.  Aquellos varios cuerpos tomaron su dirección hacia Valladolid.»


Ruta de evacuación



domingo, 25 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Miércoles, 25 de noviembre de 1812

«Día 25. Poco antes de amanecer llegó la columna al lugar de Carpio-Medianero, cuatro leguas largas de la villa de Alba de Tórmes; y cuando creía verse libre de enemigos, se halla interceptada por todo el ejército que la tarde anterior había repasado el Tórmes por un puente que echó próximo al lugar de Congosto: motivo que la obligó á tener que correrse sobre la izquierda, y emboscarse en el monte Dehesa de Garci-grande, por no tropezar al golpe con 600 caballos. Situada la columna en esta formación, y colocadas observaciones de oficiales y sargentos que con anticipación avisasen toda novedad, sin dejar las armas de la mano, comenzó á descansar. El comandante auxiliado por el montaraz de la Dehesa Sebastian Vela no cesó en todo el día de explorar y reconocer el terreno, mandar algunos porqueros que halló á distintos pueblos, tanto para que viesen la fuerza enemiga que había en ellos, como la dirección que llevaban si estuviesen en movimiento: de estas diligencias solo consiguió saber que ocupaba con tranquilidad todos los de aquellas inmediaciones, menos el lugar de Orcajo, y que el Rey intruso se hallaba en Peñaranda. Como á las tres y medía dieron parte las observaciones aproximarse cuarenta dragones por la vereda que pasaba al frente del punto que tenía la columna; y aunque hicieron un pequeño alto, según venían desfilando, continuaron por la misma su marcha: el comandante persuadido en que parecía casi imposible no le hubiesen visto, en seguida se puso en marcha, y en dirección opuesta, llevando nuevos guías, por haber dado libertad á los que sacó del castillo, y tenía en él desde el día 16, cuyo movimiento maquinal sostuvo hasta e1 obscurecer, que tomó el rumbo de ir á Orcajo, y en la noche sorprender á los enemigos que se hallaban, en las barcas de las Romanas para por ellas pasar el Tórmes: el tiempo riguroso de lluvias y fríos al mismo tiempo que protegía tan críticas circunstancias, imposibilitaba cualquiera ejecución; los arroyos iban fuera de su centro y mientras la tropa pasaba por un árbol que servia de pontón, al que se halla á la salida de Gallegos de Crespos; por el dueño del caserío fue instruido el comandante de que el enemigo había destruido las barcas, y que positivamente iba á encontrarse con seis compañías y trescientos caballos de las tropas de la villa de Alba de Tórmes que, al mediodía estuvieron allí, y le dijeron ir buscando los españoles que la noche anterior escaparon del castillo. Conociendo que de no pasar el  río en  la noche, irremisiblemente era  perdido y expuesto á un sacrificio, deliberó retroceder, esforzar la marcha, y antes de amanecer pasar el camino real de Peñaranda, emboscarse en el monte de Pajarillas y desde él reconocer á Ávila: en efecto lleva adelante su proyecto, y al paso por el lugar de Alaraz manda hacer alto, y llama á una casa, que casualmente era la del alcalde, le pregunta que tropa había en él, y contestando que cincuenta dragones para á la mañana llevar raciones, inmediatamente  de ellas le hizo dar trescientas, que sobre la marcha fueron repartidas, llevándose de guía al mismo alcalde á fin no alarmase a los dragones que dormían en sus alojamientos, y dejaron de apresarse por el objeto de la marcha, el de no comprometer al pueblo y exponerse á ser descubierto cuando las circunstancias eran andar entre innumerables fuerzas enemigas. En Malpartida pudo hacerse otro tanto, y aún tomar cuatro cargas de dinero, siete oficiales y cuarenta soldados, pero solo se sacaron guías, y con cautela fue despachado el alcalde de Alaraz. Sin embargo de lo mucho que se aceleró la marcha en noche tan cruda, ya era de día cuando la columna penetró por frente de Peñaranda, y sin quedarle otro arbitrio; pero  con tanta suerte, que á pesar de hallarse el rey intruso con dos divisiones, y otras acantonadas en los lugares inmediatos, logró colocarse en Pajarillas sin ser vista, contando nueve leguas andadas desde las cuatro de la tarde del día anterior, y sin haberse desmayado individuo alguno.»


sábado, 24 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Martes, 24 de noviembre de 1812

«Día 24. Amaneció sin novedad en la línea enemiga ni en la guarnición: el comandante ordenó se matasen cuatro bueyes, y repartiesen á las compañías, encargando estuviese cocida la carne para las tres de la tarde, seguidamente hizo dar ración doble de ron á la tropa: como las doce del día, sin embargo de no estar uniformes los votos de oficiales en punto á la salida, comunicó la orden que se manifiesta al nº 6º, y en su consecuencia todo estuvo pronto al obscurecer, á cuya hora el comandante entregó á don Nicolás Solar, teniente del Rivero, encargado de sostener el castillo, las instrucciones por escrito que se incluyen al nº 7º, como también una carta para el general francés, que debía remitirle la mañana del 25 siguiente, y se acompaña al nº 8º, sin quedar duda alguna á dicho oficial, y lo mismo al sargento José Silva, de cuanto tenían que practicar. La noche era algo clara, y helando; la salida fue dando las doce el reloj de la villa; pues aunque aquella prevenía á las once, el no haberse visto un foso que había delante de la puerta que se abrió, hizo detener el movimiento hasta allanar el obstáculo con colchones, por cima de los cuales salió la columna que á muy cortos instantes alarmó, arrolló, y dispersó en confusión todos los puestos enemigos, que decían los españoles se van. Los ocho cazadores dispararon sus tiros como se les había encargado, por cuyo motivo se introdujo el desorden en términos de hacerse fuego entre ellos mismos: los que ocupaban el convento, le abandonaron y corrieron hacia el vado, con lo cual dejaron expedito el paso á la columna que continuó su marcha; y aunque colocando partidas en escalones para contener cualquiera otra del enemigo que saliese en seguimiento, fueron éstas replegándose sin novedad, y lo mismo el cabo Juan Fernández Maroto, que con dos caballos se sostuvo hasta la una y media en observación del campo enemigo, cumpliendo con tanto tino su encargo, que se incorporó cuando todos habían descansado, y debía romperse la marcha, manifestando que las centinelas del castillo seguían el fuego como se les había prevenido, y el enemigo aun en confusión: trece fueron los muertos ó heridos de las tres compañías que quedaron en el campo, y dos caballos de los once habilitados con ginetes, á consecuencia de las descargas que varios puestos enemigos hicieron al ser arrollados: los tres rancheros y once asistentes ó se volvieron al castillo, ó perdieron el rumbo y cayeron en manos del enemigo, El objeto del comandante en dejar escolta fue, no desamparar los veinte y tres enfermos imposibilitados; que en incidente desgraciado hallasen asilo los que lograran volver al castillo; y por último, que consiguiendo introducir la confusión en el enemigo cuando saliese de ella, llamase su atención el ver continuaba haciendo fuego el castillo en iguales términos que las noches anteriores, siéndoles suficientes á no destacar fuerzas algunas, como sucedió.»
[...]



«Orden para la salida del castillo.
NÚMERO 6°
Mediante se cumplieron los días que debíamos guarnecer esta posición, y llenado en ella bien cumplidamente el deber haciéndonos respetar de un numeroso ejército enemigo, he dispuesto que en esta noche hagamos una salida, y arrollar los enemigos que nos circundan, animándome para ello el valor y demás virtudes militares de los dignos oficiales y granaderos que el día 10 tuve el honor de elegir para acompañarme en esta honrosa comisión; y por lo tanto soy mas obligado á buscar el medio de salvarlos cuando una suerte desgraciada se les acerca, y  á aumentarles una segunda gloria que perpetúe su memoria en la milicia. No dudo conseguirla, y aun la miro como ya adquirida, si todos á una contribuyen á mis ideas; mas desgraciado aquel que se separe de ellas, pues que solo hallará su ruina: la base principal de todo militar es obedecer y sufrir la suerte, conforme la disponga el gefe que le mande: de este modo sirve á Dios, al Rey y á la patria.
El cabo primero Juan Fernández Maroto escogerá ocho soldados, y con los dos cazadores ingleses formará una partida de caballería, que vestirá y armará con el equipo de los dragones prisioneros; y de los caballos, inclusive el mío, elegirá los once con sus monturas que sean mas á propósito en el concepto de que cada oficial recogerá el suyo para usar de él después de la marcha de esta noche, conduciéndose los equipages en el mayor número de caballerías que hay sobrantes.
El sargento don José Noval nombrará ocho cazadores que deben marchar por cabeza de la columna, cuidando sean de los mas acreditados en valor y serenidad.
Siendo forzoso quede una escolta encargada del castillo, tenia ideado solo se compusiese del sargento de1 Rivero José Silva, en razón á su valor y despejo, con dos cabos y diez y ocho soldados; mas el crecido numero de veinte y tres enfermos imposibilitados, incluso el soldado portugués, ha movido mi reflexión á ordenar se caracterice dicha escolta con el teniente del mismo cuerpo don Nicolás Solar, y sea en caso quien responda al general francés, después de remitir con Silva la carta que para él dejo al efecto. Como los soldados de esta escolta no tienen que hacer la violenta marcha, y solo sostener el fuego á pie firme en el castillo durante la noche, se nombrarán los mas débiles en resistencia, sin que note yo parcialidad por uno u otro estilo: de estos individuos y de los enfermos los señores comandantes de compañías formarán una relación nominal que entregarán á don Nicolás Solar para por ellas deducir el total de los que quedan á su cargo, y el teniente don Andrés Narváez lo hará de las equivalentes á prisioneros.
Para la hora de las ocho se hallarán las compañías prontas á marchar, habiendo comido el rancho, y cada individuo en su morral la ración de carne cocida y la de galleta que se han distribuido para el día 25, y municionados á sesenta cartuchos, teniendo cuidado al propio tiempo de cambiar cualquiera fusil que se halle inútil: es de toda necesidad el numerar de nuevo para poder pasarse lista á toda hora de la noche; y á fin de evitar la menor equivocación, no se incluirán los ocho soldados y el cabo elegidos para hacer el servicio de á caballo; los ocho cazadores que deben ir por cabeza de la columna, tres rancheros, y un solo asistente de cada oficial, graduando ya de baja los enfermos y escolta que quedan en el castillo.
Las compañías se formarán en dos pelotones, y á dos de fondo, colocándose en cada uno sus respectivos oficiales y sargentos á los costados de las filas, de manera que en el derecho de la primera y izquierdo de segunda vayan oficiales, y en los opuestos sargentos:  al subteniente don José Diez, y al teniente don Nicolás Solar, el primero por ir dirigiendo los ocho cazadores sueltos, y el segundo por quedarse en el castillo, resultará substituirles los sargentos primeros, bajo el supuesto de que las filas han de ir encajonadas, y sus colaterales responsables de la menor falta que en ellas se note. Cazadores de Monterrey formarán el primero y segundo pelotón de la columna, granaderos del mismo tercero y cuarto, y granaderos del Rivero quinto y sexto: todos llevaran sus armas cargadas con la bayoneta armada, teniendo mucho cuidado en que no se dispare fusil alguno, particularmente luego que se haya pasado el convento, pues resultaría manifestar al enemigo el rumbo ó dirección de la guarnición. El subteniente don José Diez con el sargento Noval y los ocho cazadores formarán una fila delante del primer pelotón, siendo su objeto guiar la columna,  desordenar los puestos enemigos sin pararse por pretexto alguno, y llegando al convento disparar los fusiles á derecha é izquierda para que los tiros se dirijan al pueblo y campo de san Francisco, debiendo hacerlo sobre la misma marcha. El cabo Juan Fernández Maroto con los diez caballos cubrirá la retaguardia del sexto pelotón, y pasando del convento, como á tiro y medio de fusil, se situará y permanecerá en observación del campo enemigo una hora, después de la cual romperá su marcha al trote hasta alcanzar la columna. Los rancheros y asistentes seguirán con el bagage á la caballería hasta pasar el convento, y luego que aquella se separe, á la columna, pero siempre á retaguardia. Pífano, corneta y tambores formarán una fila entre tercero y cuarto pelotón. Los tres guías irán uno con don José Diez, otro conmigo á la cabeza, y el tercero á retaguardia con el capitán don Ramón Sanjurjo.    
El teniente don Andrés Narváez remitirá un cajón de municiones á la torre, y los restantes, luego que todos se hallen municionados á sesenta cartuchos, deberá tenerlos preparados para arrojarlos al pozo en el momento de avisarlo yo. El oficial de guardia en el rastrillo principal, retirada que sea la tropa de los parapetos exteriores, echará su llave y la entregará al oficial Solar, cuidando de correr el madero pasador, y acuñarlo para que no haga movimiento.
Por el orden expresado se hallará formada la guarnición en el huerto á las diez de la noche, para que la salida sea á las once en punto, y omito hacer otras prevenciones mas que las de encargar mucha unión y silencio, como el que debiendo marchar la cabeza al paso redoblado hasta llegar al monte, es forzoso que la retaguardia violente mucho el suyo. = Castillo de Alba 24 de noviembre de I812. = José de Miranda.


NUMERO 7º
Instrucciones al teniente de granaderos del Rivero don Nicolás Solar encargado de sostener el castillo hasta la mañana del 25, que se  rendirá prisionero.

Queda de escolta el sargento José Silva, dos cabos, y diez y ocho soldados colocados en el orden siguiente: el cabo José Campos con cuatro soldados por la parte exterior del castillo, situados en centinelas desde el primer rastrillo hasta el parapeto del horno, haciendo fuego toda la noche, sobre el pueblo: en el parapeto alto dos soldados que harán el mismo fuego; y en caso de ser atacado el cabo Campos, se replegará á este punto, que sostendrá con energía, respecto se halla con toda seguridad; retirando la escala de mano luego que suban los soldados: en el malecón sobre el puente estará el sargento Silva con cuatro soldados que harán sus fuegos por aquella parte, y en observación de los del cabo Campos;  pero si éste se retirase, por ser atacado, al punto indicado, será todo su objeto batir el frente del rastrillo principal del castillo: en el parapeto interior, o depósito del ganado, se colocarán dos soldados para observar al cabo Campos; y retirándose éste harán fuego por las aspilleras á cuantos objetos se aproximen, en cuyo caso serán reforzados por el cabo Mateo, con cuatro soldados que defenderán todo el frente sin el menor riesgo. El oficial con el cabo y seis soldados se colocará en el tramo que baja al huerto; y tan luego como observe que la columna no vuelve al castillo, cerrará el postigo, arrojando sobre él los escombros que al efecto le quedan preparados, y dejando dos soldados para que hagan fuego á los que por aquel frente se aproximen, deberá retirarse al patio y rastrillo principal.

El sargento herido Tomas Alvarez en el cubo de la torre, que sirve de hospital, queda encargado de no permitir la salida de enfermo alguno, del armamento de estos, de un cajón de municiones, y de las tablas que sirven de puente para entrar al depósito de prisioneros, con prevención de las funestas consecuencias que le resultarían si llegasen á salir del fuerte calabozo en que por sí solos están custodiados.
Todo el cuidado del oficial Solar será vigilar que los puntos sigan un fuego sostenido durante la noche para persuadir al enemigo de que la guarnición está dentro; y si por algún incidente se arrojase á las obras exteriores, como el malecón, parapeto interior y el alto hagan sus fuegos, no podrá conseguir mas que alojarse en la ermita arruinada, casa del horno y su corral; pero como su objeto sea sostenerse en la noche, no debe imponerle aun logrando tal ventaja: para visitar los puestos deberá hacerlo por las comunicaciones interiores sin necesidad de abrir el rastrillo, supuesto quedan situadas las escalas de mano. Si por algún incidente desgraciado volviese la columna al castillo, lo verificará inmediatamente.
Luego que haya amanecido el día 25, dispondrá que el sargento José Silva con su fornitura, armamento, y un pañuelo en la mano pase á la villa para entregar al general francés la carta que dejo al efecto, encargándole no lo verifique á otra persona alguna, ni indique haberse marchado la guarnición. Seguidamente reunirá toda la escolta en el patio, y por las noticias de compañías se cerciorará de si son los mismos individuos, aumentando en ellas cualquiera otro que por casualidad apareciese en el castillo. Las listas de prisioneros deberá darlas al oficial francés que se presente y le acompañará al cubo depósito para que el se entregue de ellos, pues de sacarlos antes se expondría á desórdenes. Todas estas precauciones y formalidades harán honor y respetar al teniente Solar. Castillo 24 de noviembre de 1812 = De Miranda.



NÚMERO 8º
Señor general: las reglas de la guerra deben seguirse en todas sus partes, y así es que emprendo la salida con mi guarnición: si las fuerzas de V. me encontraren, siendo compatibles, nos batiremos en campo raso. Dejo un oficial para entregar á V. el castillo con los enseres que encierra, particularmente los prisioneros á quienes he mirado con toda consideración, y omito suplicar á V. tenga la suya con el oficial, enfermos y escolta, supuesto que sus escritos me han hecho ver la generosidad de su corazón. Dios guarde á V. muchos años. Castillo de Alba de Tórmes á las once de la noche del 14 de noviembre de 1812. = José de Miranda».
 


viernes, 23 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Lunes, 23 de noviembre de 1812

«Día 23. Entraron y salieron en la villa varias partidas: el comandante del castillo reunió los oficiales á las once del día y les dijo: "señores, hemos llenado nuestro deber en este punto: mi opinión es hagamos una salida de noche, arrollar los puestos enemigos, y seguir la marcha sin cesar hasta apoderarnos del monte, donde elegiremos con mas certeza que aquí el rumbo que debemos llevar antes que regrese el ejército enemigo, en cuyo caso no solo nos vemos expuestos á ser estrechados con artillería, sí también a tener que rendirnos por falta de víveres, supuesto solo hay carne para dos días, y pan para tres; sin embargo espero que vms. se sirvan poner por escrito, y bajo la firma de cada uno, su parecer, entre tanto que yo voy á los parapetos exteriores, donde espero el aviso de V. señor capitán Sanjurjo." A la hora se verificó, y el comandante guardándose los votos sin leerlos,  mandó traer ron: todos bebieron, y cada cual se fue á su puesto.»


miércoles, 21 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Sábado, 21 de noviembre de 1812

«Día 21. Por la mañana se hizo una salida con cincuenta hombres de la guarnición para reconocer la clase de trabajos que el enemigo hacia en dirección al castillo por la parte del pueblo, en la cual fueron heridos el sargento del Rivero Tomas Álvarez, y el soldado portugués refugiado el día 14.»



martes, 20 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Viernes, 20 de noviembre de 1812

 «Día 20. Apenas se hizo fuego, la línea de circunvalación continuó en iguales términos; y solo á las tres de la tarde llegando por la ribera del Tórmes una columna de prisioneros ingleses, al entrar en la villa, fueron rescatados dos cazadores de caballería por soldados de la guarnición que se habían apostado, los cuales aseguraron haber caído en poder del enemigo sobre Tamámes.»


lunes, 19 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Jueves, 19 de noviembre de 1812

«Día 19. Como á las diez de la mañana volvió á presentarse la caballería, y se sostuvo á la vista del castillo: Á las doce llegó al mismo campo una brigada de infantería con algunos carros de batallón, cuyo gefe sin dilación dirigió al del castillo la carta que se inserta al nº 3º, é igualmente la contestación: como pasadas dos horas se presentó otra brigada de infantería, reuniéndose todas estas fuerzas en el campo de san Francisco, que es el de la altura opuesta al castillo, mediando el pueblo entre ambos puntos: desde él destacaron cuatro compañías á la pradera, con las que situaron desde el vado hasta el camino que sale de la villa de Alba diez y siete puestos de á seis hombres en línea de circunvalación, y la restante tropa de ellas como reserva se colocó en las tapias ó ruinas del convento. Seguidamente pasó á la villa un batallón que apostó guardias en todas las boca-calles salientes al castillo y bajada al puente, adelantando una á la aceña ó molino de él: treinta caballos pasaron el río  y se colocaron en san Lázaro. En el dicho campo de san Francisco quedó un batallon con los carros, y la demás infantería se acuarteló en la villa, verificándolo la caballería en el lugar de Amatos, dejando solo una pequeña guardia. Como á la hora después de haber anochecido con dos sugetos decentes de Alba enviaron al comandante la carta que se demuestra al nº 4º, por los cuales supo ser la cuarta división que venia destinada á tomar el castillo, y que el general les había suplicado admitiesen aquella comisión: el comandante los despachó diciéndoles asegurasen al general francés tendría su contestación, que fue en los términos expresados á continuación de aquella, y por olvido sin firmar, remitiéndola con el teniente don José Montanos, acompañado del corneta y un granadero de hermosa figura: este oficial iba encargado de contestar al general Sarru que todo lo ignoraba, en caso de apurado con preguntas, y solo manifestase parecerle que el castillo no se entregaría sin ser atacado repetidas veces por tener muchos víveres en razón á los apresados el día 16; que galleta solo un día se había dado en parte de ración por no alcanzar el pan fresco para todos los prisioneros: el general obsequió mucho á Montanos; el de brigada y ayudante hicieron subir al granadero y corneta para que también los viese y preguntase; pero solo se redujo á decirles que el castillo no tenia recurso, y que era doloroso se vertiese sangre; mas no saliendo estos de sus premeditadas contestaciones, después de dos horas fueron vueltos al castillo con otra carta que se inserta al nº 5º, y conseguido el objeto no solo de haberlos explorado, sí también de saber el alojamiento del general, y colocación de sus guardias interiores, por si convenía atacarlos y envolverlos alguna noche.»
[...]



«NÚMERO 3º

Señor comandante: Vengo mandando una división francesa, y le intimo á V. en nombre de mi general en gefe de salir del mal reducto adonde V. se obstina hacer resistencia: le doy á V. una hora para decidirse; espero vuestra respuesta, y  tiemble V. si es negativa. = El general barón de Ansenah. = Alba de Tórmes 19 de noviembre de 1812.


Contestación. Señor general: Déjese V. de intimaciones, y haga su deber, que yo haré el mío: muchos prisioneros á quienes doy el mejor trato, serian víctimas de cualquier atentado que V. hiciese cuando la suerte de las armas le favoreciese mas que á mí. Castillo de Alba 19 de noviembre de 1812. = José de Miranda



NÚMERO 4°

Señor comandante: He llegado con la última brigada de la división que mando, y he sabido que el comandante de caballería y el general de brigada Ansenah han escrito á V. para intimarle de entregar el castillo á las tropas imperiales: ignoro cuál era el contenido de las cartas de aquellos dos oficiales; pero vuestras respuestas me fueron entregadas: ellas me persuaden, señor comandante, que V. ignora el estado presente del ejército inglés y de sus aliados: ya no debe V. esperar mas auxilios: su retirada mas allá del Agueda con precipitación, y las pérdidas que ya recibieron, deben privar á V. de todas esperanzas. En este estado de cosas sin dudar sobre los modos de resistencia que tiene V. y los que tengo contra V. le suplico piense bien en el caso que se halla. Si V. toma á bien, señor comandante, de enviar á uno de vuestros oficiales, hablaremos sobre la posición respectiva de los dos ejércitos; ó si V. desea enviar á alguno á Salamanca para informarse positivamente del estado actual de las cosas, me ofrezco dar á V. señor comandante, todas las seguridades y escoltas que V. puede desear: le ruego á V. señor comandante, de recibir las vivas expresiones de mi estimación y perfecta consideración. = El general de división = Sarru = P. D. Un músico de nuestro ejército se me ha presentado, y me ha dicho que V. le dio libertad á él y á su hijo: me ha dicho además que muchos militares franceses caídos en vuestro poder, eran tan bien tratados como sus situaciones pueden permitir: le ofrezco por ello, señor comandante, todas las expresiones de mi agradecimiento. Alba de Tórmes 19 de noviembre de 1812.


Contestación. Señor general: Es constante haber recibido dos escritos del comandante de caballería y del general de brigada Ansenah; uno y otro me pedían el castillo; mas el segundo ignorando la entereza de mi carácter, indica en su última expresión de que tiemble si me niego á ello. Ahora recibo la favorecida de V. y desentendiéndome de cuanto impone la carrera militar, en el caso que me hallo sería seguir el estilo ordinario, valiéndome de un seco modo de contestar á su relato merecedor de la mas atenta expresión; y así paso á hacer las mas verdaderas reflexiones para convencer á V. de que por todos medios estoy en el caso de llenar el deber. ¿Cómo podré desentenderme de la educación militar adquirida en 19 años, y desde mi juventud siempre en ellos con alguna opinión, rindiendo un fuerte que es asequible á la mayor defensa, cuanto que siempre tendrá en dudas al sitiador, y mucho más conservando intacta una bizarra guarnición de oficiales y soldados? ¿Será posible, señor general, acceder yo á rendir el fuerte sin sufrir antes centenares de asaltos? No creo que V. me pida el fuerte por el estilo que indica, supuesto es inconexo al deber  que me compete llenar, y sí por el que á V. le impone su encargo, ni por interés de recompensar mi gratitud en lo benéfico que soy á la humanidad; pues solo la ejerzo cuando no es en detrimento de la conducta militar: tal ha sido dar libertad al músico, su hijo, un cantinero, y los heridos abandonados que coloqué sin dilación en el hospital. No dudo dejen de ser ciertas las noticias que me da del ejército de que dependo, aunque anoche las he recibido que no me anuncian concluida la dependencia, y por último, señor general, mi deber he de llenarlo sosteniendo el honor militar; repito á V. y aun le ruego el que me ataque cuando guste; y si V. tuviese mas suerte en sus armas que yo en las mías, con gusto sufriré la que me quepa. Lo único á que me resuelvo es á acceder conservemos treguas el término de ocho días; yo no adelantaré mis obras ni V. el que se facilite el puente, y concluidos éstos trataremos del particular. Me ofrezco con toda voluntad á las órdenes de V. reiterándole el afecto propio de su mas apasionado s. s. q. s. m. b. Castillo de Alba de Tórmes 19 de noviembre de 1812 á las siete y media de su noche. = José de Miranda.



NÚMERO 5º

Alba de Tórmes 19 de noviembre de 1812 á las nueve y media de la noche. = Señor comandante: El oficial que me envía V. me ha entregado la carta que me hizo V. el honor de mandarme, y supongo venia de vuestra parte porque responde á la que yo le mandé á V. mas por distracción sin duda se le olvidó firmarla. No tome V. á mal si no me extiendo mas sobre su contenido, y si me paro en decir á V. que las noticias que puede haber tenido ayer noche no destruyen lo que tuve el honor de decirle sobre el estado actual de vuestro ejército: yo le he propuesto á V. modos para convencerse: treinta y un años de vida militar me han enseñado también lo que un soldado debe á su honor; mas en las circunstancias que V. se encuentra, pienso ha hecho bastante por uno y otro. Al fin, señor comandante, dejaremos nuestras comunicaciones hasta que otras circunstancias nos las hagan volver á tomar. Os ruego de agradecer, señor comandante, las nuevas pruebas de mi consideración. El general de división = Sarru»




domingo, 18 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Miércoles, 18 de noviembre de 1812

«Día 18. En la mañana no hubo novedad hasta las tres de la tarde que se presentó una columna de 300 caballos, y aproximándose á la villa, hizo salir al corregidor con otras, personas, en cuyo caso el comandante del castillo destacó dos partidas de cazadores para hacerlos dejar el punto en que se habían situado, lo que tuvo todo efecto, y á muy corto tiempo remiten por un clarín la carta que se manifiesta al nº 2º, y la contestación que llevó, subsistiendo esta caballería en observación hasta dos horas después de anochecido, que la obscuridad de la noche privó descubrir el punto adonde se acogió.»
[...]

«NÚMERO 2º

Del campo de Amatos 18 de noviembre de 1812. =Jovert, comandante en gefe de las tropas que componen dicho campo, al señor comandante del fuerte de Alba de Tórmes. = Señor comandante: Tengo el honor de prevenir á V. soy encargado de parte de S. M. C. el rey de España para intimar á V. entregue el castillo que ocupa, y de rendirse V. y la guarnición prisionera de guerra: os aviso que la artillería é infantería van á llegar; y que por lo consiguiente si quiere V. capitular conmigo, no podré ser mas que en su favor. = Jovert. =

P. D. Sobre vuestra respuesta daré parte á S. M.

Contestación. Señor comandante de las tropas del campo de Amatos: No me es dable acceder á su proposición de V. por ser un militar que me intereso en el honor de mis oficiales y soldados, quienes resueltamente con su gefe desean llenar el deber que les compete; para ello tienen los enseres necesarios, y son tropas disciplinadas, habituadas á oír el eco del cañón y á batirse con los primeros soldados: estas reflexiones hacen á V. ver que del fuerte será poseedor el que decida la suerte. Es de V. su afectísimo servidor, castillo de Alba de Tórmes 18 de noviembre de 1812, = José de Miranda.»



sábado, 17 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Martes, 17 de noviembre de 1812

«Día 17. No ocurrió cosa particular mas que como á las once del día llegar al puente, por no vadearse el río, dos paisanos que llevó de guías el ejército enemigo, los cuales bajaron por la escala de mano, y conducidos al castillo manifestaron que el ejército Inglés y el Español habían tenido mucha pérdida en la retirada, y que se hallaban sobre Ciudad-Rodrigo; y que el del enemigo se replegaba al Tórmes. Estos paisanos subsistieron en el castillo.»


viernes, 16 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Lunes, 16 de noviembre de 1812

«Día 16. Amaneció sin descubrirse un alma á todo el alcance del castillo; el teniente Montanos regresó á las ocho habiendo entregado los pliegos al juez del lugar de Martin-Amor, quien se encargó de dirigirlos al señor duque de Ciudad-Rodrigo o Castaños. Como á las doce del día se descubrió un grueso convoy de coches y otros carruages escoltados por caballería con dirección al vado, y colocándose cien hombres de la guarnición sobre, las tapias y cercas, sin ser vistos, tan luego como se aproximaron, por una descarga general fueron puestos en dispersión los coches, y algunos hubieran sido prisioneros si la caballería no se replegara y contuviera la infantería en aquella grande llanura: los guías que llevaban se les escaparon á la villa, y conducidos al castillo manifestaron venir en el coche delantero el Rey intruso. Lo demás del día y la noche se pasó sin novedad.»


jueves, 15 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Domingo, 15 de noviembre de 1812

«Día 15. Muy de mañana la infantería enemiga empezó á vadear el río, y como á hora de las nueve los cuerpos que ocupaban la villa salieron dirigiéndose al vado, y dejando libre aquella, el comandante del castillo dispuso una salida con mitad de la guarnición, y les ataca su retaguardia, que dispersó, tomándoles ciento sesenta y tres prisioneros, los treinta y seis de caballería, con varios equipages y víveres: el ejercito que seguía marchando por las alturas, hizo alto, retrocediendo al vado una columna con algunos caballos, por lo cual se retiraron al castillo con la presa; y el enemigo volvió á seguir su rumbo, principiándose á oír, como á las dos horas, un vivo fuego de cañón que cesó al ponerse el sol. La torre tenia un cubo á mitad de su elevación interceptado del todo por hallarse arruinado el paso ó tramo, que á beneficio de unas tablas se puso en comunicación para depositar los prisioneros, con tanta seguridad, que retiradas aquellas, por solo un vigilante estaban observados. Las partidas sueltas que seguían á este ejército eran considerables, por lo cual el comandante, careciendo de punto donde irlas depositando, tomó el medio de apostar una fuerte avanzada que las hiciese retroceder en dispersión: así fue, que tuvieron enteramente cortada su comunicación por aquel punto del Tórmes. La guarnición se proveyó de harinas, vino, aceite, útiles para amasar y cocer pan, colchones para enfermos y heridos, como de paja y cebada para el ganado: entre los prisioneros lo fueron un físico, y otro oficial de farmacia, que sirvieron de mucha utilidad á la guarnición. En el mismo día se reconocieron los muertos y heridos del día anterior, y los segundos fueron trasladados desde las casas en que los dejaron, al hospital que el comandante mandó á la justicia habilitar inmediatamente, poniéndole salvaguardia que evitase todo desorden. A la una de la noche salió disfrazado en compañía de un paisano el teniente de granaderos de Monterrey don José Montanos en dirección al camino de Ciudad-Rodrigo, llevando para los generales el parte de cuanto había ocurrido; y como el vado fuese muy crecido, por una escala de mano subió al puente.»


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Sábado, 14 de noviembre de 1812

«Día 14. Al amanecer el ejército enemigo se vió reunido para avanzar; la división inglesa desalojó la villa, pasó el puente, y le cortó, á cuya explosión algunas paredes del castillo vinieron á tierra contundiendo varios soldados de la guarnición, que sin otro asilo que el de la torre, asequible por un pronto á acoger 100 hombres, sus fusiles, y víveres para ocho días, quedó á discreción de la suerte. El ejército enemigo en fuerza de 45.000 hombres desciende á la pradera de san Gerónimo, introduciendo en la villa varios cuerpos de infantería que se colocaron en las boca-calles salientes al castillo, ocupando las torres y demás edificios altos de ella para contrarrestar el fuego general que por todas partes sufrían; y en medio de él á corto tiempo remitieron al comandante la carta intimación que se inserta al número 1º, é igualmente la contestación que dió, sin que este incidente hiciese cesar el fuego en ningún otro punto que por solo el frente del parlamento como unos cuatro minutos: la caballería vadeó el río por san Gerónimo, y se situó en nuestra Señora de la Guía, san Lázaro, y Otero, cuya fuerza ascendería á 2.500 caballos, siguiéndoles cuatro piezas, de las que se les volcaron dos en el vado, y sacaron á brazo con sumo trabajo por la creciente que llevaba el río. La infantería subsistió en la pradera en columnas cerradas todo el día y la noche, que fue cruel de lluvias: su mayor empeño fue reconocer la cortadura del puente; y de cinco oficiales que se arrojaron á verificarlo, tres fueron muertos, cuyos cadáveres ni aún retirar pudieron, siendo su pérdida en este día la de cuatro oficiales muertos, y sobre ochenta de tropa inclusos los heridos que dejaron en las casas del pueblo, como se comprobó al siguiente día. De la guarnición del castillo solo fue muerto el granadero de Monterrey Antonio Gómez, y dos cazadores del mismo heridos de poca gravedad. Al entrar el enemigo en Alba fue perseguido el soldado portugués Manuel González del regimiento nº 2º que se había quedado dormido, el cual logró refugiarse al castillo sin embargo del fuego que sufrió.»
[...]




«CARTAS
citadas en el diario, y sus contestaciones, con los demás documentos.

NÚMERO 1º
Señor comandante del fuerte: Los ingleses acaban de abandonar á V. y no puede dudar ya de que le han sacrificado: el general en gefe del ejército imperial de Portugal intima á V. entregue inmediatamente el fuerte que manda: de  este modo puede V. contar con su generosidad, y no lo haciendo, debe V. esperar ser tratado con el mayor rigor. Alba de Tórmes 14 de noviembre de 1812. = El ayudante general = Resseur

Contestación. Señor ayudante general: Sírvase V. decir á su general en gefe, que la suerte que me cabe es la más lisonjera á un  militar; que tengo una brillante guarnición con todos los requisitos para llenar mi deber; así que él haga el suyo. Castillo de Alba de Tórmes 14 de noviembre de 1812. = José de Miranda»


martes, 13 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Viernes, 13 de noviembre de 1812

«Día 13. En este día se reunieron las fuerzas del Rey intruso a las del mariscal Soult, cuyo movimiento hizo alarmar á la división inglesa. La guarnición siguió en sus trabajos.»


lunes, 12 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Jueves, 12 de noviembre de 1812

«Día 12. La división inglesa continuó en la villa, y los puestos avanzados se tirotearon. La guarnición del castillo se ejercitó en cerrar con los mismos escombros las paredes, y reparar los que fueron parapetos, para enfilar las calles y descubrir mejor la bajada al puente.»




domingo, 11 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Miércoles, 11 de noviembre de 1812

«DIARIO DE ESTA COMISION

Día 11 de noviembre. Al amanecer rompió su marcha con esta columna desde la ciudad de Salamanca para la villa de Alba de Tormes el referido don José de Miranda guiándose por la parte interior del río, respecto á que la exterior se hallaba ocupada por el ejército enemigo y llegando como á las tres de la tarde encontró una división de ingleses y portugueses al mando del general John Tameter, colocados sus puestos avanzados á la salida del pueblo en el campo de Amatos, y los del enemigo como á dos tiros de fusil: seguidamente pasó á entregarse del castillo que era guarnecido por ingleses y portugueses con orden de quedar en él, si antes de retirarse el ejercito no los relevaban tropas españolas.

El titulado castillo era un antiguo palacio del duque de Alba situado en la altura de la villa sobre la cabeza del puente, dominando el pueblo y la pradera de san Gerónimo: los enemigos en el año de 1809, ya por el local como por un torreón de toda consistencia, lo fortificaron para asegurar guarnición que conservase el puente y la villa, la cual en repetidas ocasiones pasó de tres mil hombres, inclusos algunos caballos, y cuatro piezas de cañón para jugar en batería. En el año de 1812, obligados a abandonar el Tórmes retiraron todo su tren dejando intacto el edificio y fortificación, que quemó y destruyó enteramente el brigadier don Julián Sánchez apenas aquellos lo evacuaron: así fue, que sólo existía la torre con varios portillos al pie, y paredes viniéndose á tierra por sí solas como pasadas con el incendio; y aunque el general Castaños mandó al corregidor de Alba don José Escudero lo reparase, supuesto debía quedar en él una guarnición, le contestó ser totalmente imposible, que no había cubierto alguno, y que cualquiera tropa sería  víctima de las ruinas que subsistían.»


sábado, 10 de noviembre de 2012

Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes: Martes, 10 de noviembre de 1812

«DIARIO
de la defensa y evacuación del castillo de la villa de Alba de Tormes en el mes de noviembre del año de 1812


El ejercito combinado al mando del generalísimo el señor duque de Ciudad-Rodrigo, retirándose del sitio de Burgos en el mes de noviembre del año de 1812, tomó posición en la ribera del Tormes el día 10 del mismo, situándose el cuartel-general en la ciudad de Salamanca; y aunque conociendo le era preciso abandonarla, y seguir su retirada sobre la plaza de Ciudad-Rodrigo, por reunirse á las fuerzas del mariscal Soult las del Rey intruso, premeditó, además de cortar el puente de la villa de Alba, dejar un oficial con 300 hombres en el castillo de dicho pueblo, confiando al general en gefe don Francisco Xavier de Castaños la elección de uno que mereciese su concepto y el del ejército por lo cual este general lo verificó en don José de Miranda, teniente coronel del regimiento de infantería de Monterrey, que se hallaba acampado en las alturas de Moriscos y á donde le comunicaron la orden, como á la una del mismo día 10, para presentarse á los mencionados generales, por quienes fue instruido quedaba sin esperanzas de socorro; que el puente de Alba sería cortado tan luego como lo pasase, debiendo ser su objeto durante ocho días sostener á toda costa que el enemigo no lo habilitase, y cumplidos, tomara el partido mas favorable que las circunstancias le presentaran, eligiendo el de entregarse prisionero antes que exponerse á un sacrificio. En la misma, tarde se ordenó reunir en Salamanca completas con toda su fuerza de oficiales y tropa las compañías de cazadores y granaderos del de Monterrey y la de granaderos de Voluntarios del Rivero, que lo verificaron entre doce y una de la noche, según demuestra el estado siguiente:

     COMPAÑÍAS                   Capit.  Ten.     Subt.    Sarg.     Tamb.     Cab.     Sold.     Total.
Cazadores de Monterrey . . . .              2   . .   2    . .    5     . .   1    . .     11   . .  101  . .  112
Granaderos de Ídem  . . . . . . .             2   . .   2    . .    5    . .    2    . .      9   . .  100  . .  116
Ídem del. Rivero. . . . . . . . . . .    1  . . 2   . .   2   . .     5   . .     2   . .       7   . .    79  . .    93
                                            ____   ____   ____      ____     ____         ___       ____     ____
     FUERZA TOTAL. . . . . . .     1      6          6          15          5           27        280       327»




viernes, 9 de noviembre de 2012

Bicentenario de una hazaña

Apenas si han transcurrido 3 meses del paso victorioso de las tropas aliadas por Alba de Tormes cuando éstas se hallan de nuevo en franca retirada. Las huestes napoleónicas, recientemente derrotadas en Los Arapiles, se han reorganizado y desde Burgos persiguen de cerca a Wellington y su ejército.

Será de nuevo en el mes de noviembre, ahora del año 1812, cuando Alba vuelva a adquirir una relevancia estratégica fundamental, en este caso para proteger y cubrir la retirada de Wellington y sus soldados que, incapaces de contener el empuje francés, dinamitan 2 de los 26 arcos de su puente  y ponen rumbo a la frontera portuguesa para refugiarse tras la línea fortificada de Torres Vedras.




José de Miranda Cabezón
"Gobernador de Alba"

Atrás, cubriendo la retirada, quedan 327 soldados españoles que junto a su comandante, el Teniente Coronel José de Miranda Cabezón, se parapetan tras las ruinas del castillo y se aprestan a impedir el paso de las tropas francesas que, en avalancha, ya se lanzan contra los muros y barricadas de Alba.

Tras once jornadas de asedio, cumplida con creces la orden de resistir durante 8 días e impedir a toda costa que el enemigo habilitase el puente cortado, José de Miranda y sus hombres inician una arriesgada maniobra con la que sorprenden a sus sitiadores y logran burlar el cerco que les sometía, iniciando una penosa marcha que, después de recorrer más de 600 Km., finalizaría un mes más tarde con su reincorporación a la disciplina del Sexto Ejército acantonado en Orense.


El Teniente Coronel Miranda fue condecorado por esta gesta con la Cruz laureada de la Orden de San Fernando concedida por Real Cédula de 13 de marzo de 1815 y alcanzaría a lo largo de su carrera militar el grado de Mariscal de Campo, rango equivalente al actual General de División.


En Alba de Tormes, escenario de los hechos, es, sin embargo, prácticamente desconocido. Ninguna placa, ninguna efigie, ninguna calle le recuerda. Ni siquiera figura entre los personajes ilustres relacionados con ella aún a pesar de que la proeza que protagonizó le hacen acreedor, con mucho, a esta distinción.


Aquí, donde somos tan dados a celebrar efemérides y centenarios, ya pasó inadvertido el aniversario de la Batalla de Alba. Esperemos que no ocurra algo parecido con la conmemoración del bicentenario de ésta brillante acción que desde éstas páginas recordamos reproduciendo, día a día, el relato de los hechos tal y como se describen en el Diario de la defensa y evacuación del castillo de Alba de Tormes, documento que detalla la totalidad de los acontecimientos acaecidos por estas tierras ahora hace doscientos años.


domingo, 4 de noviembre de 2012

La Cámara Agrícola: Una publicación del siglo XIX

Órgano de expresión de la cámara agrícola del partido judicial de Alba de Tormes, de la que toma su nombre, editó su primer ejemplar el 6 de noviembre de 1890 y, aunque en una primera etapa dedica la práctica totalidad de su contenido a la información del mercado agropecuario y a la exposición ideológica y organizativa de la asociación que lo promueve, poco a poco va dando cabida en sus páginas a noticias de ámbito local que, paulatinamente, irán adquiriendo un mayor peso especifico dentro de éste periódico que el 2 de agosto de 1893 publicaría su último número, dedicado a honrar la memoria de su director -José Sánchez González- cuyo repentino y prematuro fallecimiento daría al traste con un rotativo que durante casi tres años fue testigo, y también cronista, del diario acontecer de Alba de Tormes.

Ahora, 122 años después, y tras una laboriosa y casi artesanal tarea de digitalización, incorporamos a éstas páginas la totalidad de sus 147 números que, publicados en la última década del siglo XIX, han llegado hasta nosotros gracias al celo de  Florentino Gutiérrez, quien ha sabido conservar para las generaciones actuales –y confiamos que también para las futuras– la que creemos única colección completa existente de ésta publicación.

Mención especial merece también Jesús María García, investigador incansable de la historia y cultura albense, a quien agradecemos la colaboración que nos ha brindado para lograr la reedición telemática de éste semanario del que, en su día, nos dio noticia en un interesante artículo sobre la historia de la prensa en nuestra localidad, cuyo capítulo relativo a «La Cámara Agrícola» reproducimos a continuación para completar con él la presentación de ésta antigua cabecera periodística que ya puede descargarse desde nuestra hemeroteca.



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La Cámara Agrícola

Jesús María García García
Alba de Tormes: Páginas sueltas de su historia
Ediciones de la Diputación de Salamanca - 1991


«Toda asociación, tendencia política o iniciativa había de tener durante el siglo  XIX una voz periodística, o al menos intentarlo. Y como muestra valga este semanario albense que se publica todos los miércoles. «La Cámara Agrícola» será el «órgano de la (cámara) del partido de Alba de Tormes». La iniciativa, pues, nace en los agricultores albenses que en 1890 se sentían abrumados por los impuestos, desamparados por el gobierno de la nación, sobre todo por los acuerdos bilaterales con Estados Unidos[1]. Con la organización de una cámara agrícola pretenden presionar al gobierno para que atienda a la sufrida clase agricultora. Esta organización será la primera que se funde en España tan pronto como tienen noticia de un Real Decreto de 14 de noviembre de 1890 por el que se declare oficialmente la posibilidad de fundar diferentes asociaciones. Pero además hay otro motivo que les dará la oportunidad de llevar a cabo otro proyecto acariciado por los albenses desde 1884: constituirse en distrito electoral. Efectivamente, dicho decreto contempla que aquellas asociaciones (Cámaras, colegios, etc.) que sean capaces de obtener 5.000 electores podrán presentar un candidato a Cortes.


FUNDACION Y DOCTRINA
Pero no nos engañemos. Seguramente nuestra perspectiva de siglo XX imagina un grupo de labradores y agricultores desarrapados que solicitan una mejor distribución de las tierras, una mejora en las condiciones de vida, o cualquier otra reivindicación propia de nuestro siglo. Y nuestra perspectiva es errónea a todas luces. La Villa de Alba y su agricultura se reduce a una docena de terratenientes cuya visión del arado no deja de ser simbólica, gente que dedica más tiempo a sus galgos y tertulias en la Plaza de la Constitución (Plaza Mayor) que a sus maltrechas tierras. Nombres tan conocidos como Bordona, Zúñiga, Clavijo, forman el nutrido plantel de sufridos agricultores. Es precisamente al hijo de Miguel Sánchez Teruel, administrador del Vizconde de Garcigrande, el joven abogado José Sánchez González, quien se encargará de la dirección del periódico órgano de la asociación. El día 29 de octubre de 1890 queda constituida la Cámara Agrícola de Alba de Tormes con el firme propósito de defender y desarrollar «los intereses de las clases labradora y ganadera». Y el 6 de noviembre aparece el número 1 de «La Cámara Agrícola». En un principio, casi exclusivamente, se dedican sus cuatro planas a la exposición doctrinal y organización, así como a la información del mercado agrícola y ganadero. No hay que esperar mucho, no obstante, para que estas secciones periodísticas cedan terreno a noticias y artículos referentes a la villa. Hasta el punto de llegar a ser un noticiero albense.

ALBA SE VA A LAS CORTES
Estamos bajo la Regencia de Mª Cristina y el gobierno de los conservadores de Cánovas del Castillo. Da la impresión de que España ha encontrado acomodo político en un turno de gobiernos liberales y conservadores. En 1890 ha dado paso a los conservadores, pero no por mucho tiempo. En 1891 se disuelven las Cortes y tenemos nuevas elecciones. El sistema electoral se rige por el sufragio universal, (excluidas las mujeres) recientemente legislado por los liberales de Sagasta; pero junto a este sistema de sufragio universal, se permite, como ya se ha dicho, a las cámaras agrícolas, comerciales, etc. la posibilidad de formar una circunscripción autónoma con diputados propios. Es suficiente con encontrar 5.000 electores. Los «agricultores» albenses se mueven denodadamente en busca de 5.000 hombres mayores de veinticinco años para constituirse en circunscripción electoral. «La Cámara Agrícola» recoge cada semana los esfuerzos de los albenses que a pocos días de cerrar el plazo no llegan a más que a 4.000. Todos los pueblos de la Comarca son pateados, recorridos incansablemente, hasta conseguir el número requerido. ¡Al fin, la Cámara Agrícola de Alba de Tormes será la única de España que tenga un diputado! Pero, ¿quién? La Cámara elige a dos candidatos que intentarán en dura lid llevarse el ascua a su sardina: D. José María Espinosa y Villapecellín, vizconde de Garcigrande, y Francisco Gil Florido, candidato que venía presentándose por la circunscripción de Alba-Peñaranda y desque hemos tenido ocasión de hablar más arriba. Nuestro periódico apoya, por supuesto, al vizconde quien se laza con el triunfo por amplia mayoría. No es casualidad que en la España «caciquil» del XIX un título nobiliario, por pequeño que sea, consiga un triunfo político. Y, efectivamente, algo de caciquearía debió haber ya que D. Francisco Gil Florido no se conforma con los resultados y recurre a la Junta Electoral para que se revisen las elecciones. Pero sólo consigue la enemistad de una gran mayoría de los asociados. No conforme  aún con la decisión de Congreso y su Junta Electoral funda un nuevo periódico para la comarca albense de corta duración (posiblemente un par de número) que según «La Cámara Agrícola»  vino a llamarse «La Camarilla o media Cámara».
Así pues, Alba tiene un diputado en las Cortes como ambicionaba, aunque por poco tiempo, ya que en 1893 serán de nuevo disueltas las Cortes y otra vez los asociados a la Cámara vuelven a las urnas. Pero esta vez D. José María se presentará al Senado y dejará la candidatura de diputado a su hermano Luis, que siguió la misma suerte que el titular en anteriores comicios.
La Cámara Agrícola y su periódico, con un diputado en Cortes, alcanzaron un fuerte apoyo gubernamental, al igual que la Villa en esta movida época de idas y venidas políticas. El periódico desde entonces se convierte en un ferviente difusor de las ideas oficiales, a nivel estatal y local.


Plaza Mayor de Alba de Tormes  
(Imagen de la época)
LA VILLA DE LOS PROYECTOS
Según «La Cámara Agrícola» «vivimos por fortuna en una población de grande iniciativa, en la villa de los proyectos». Y efectivamente debió ser así. El Ayuntamiento de entonces tenía en cartera un proyecto de toma da aguas desde alguno de sus manantiales, que fue desestimado por falta de caudal. Igualmente, sudaron la gota gorda para conseguir el alumbrado eléctrico para el pueblo. Incluso se estudiaba un plan de urbanismo para realizar una «gran vía» que conectara la Puerta del Río con la Plaza de la Constitución. Contaban además con un presupuesto de 2.032 pesetas para el montaje de un reloj con torres en la Casa Consistorial, ya que el viejo reloj de Santiago se llevaba un buen pellizco del presupuesto en arreglos que realizara Félix Briz. En un principio el arquitecto diocesano y municipal señor Vargas diseñó una torrecilla con varias esferas en sus laterales. Pero las ganas no fueron acompañadas por la solvencia económica de las arcas municipales. Y tuvo que resolverse con una sola esfera y una espadaña para soportar las campanas. Eduardo Alvarez, uno de los fundadores y colaborador  de «El Teresiano», escribió entonces en «La Cámara Agrícola» un sabroso dialogo entre los dos relojes muy celebrado por los albenses. Especial gracia despertó «el gran balcón de oriente», como se llamó a la minúscula balconada que le adorna (3 de mayo de 1893).
Menos suerte tuvieron los albenses con la Estación de Ferrocarril pendiente de construcción en término de Alba y de la que ya hemos hablado más arriba.

¿QUIEN FUE MANTEROLA?
Más de un albense se habrá preguntado en diversas ocasiones a la vista de la calle que sube hacia el «bulevar» quien sería Manterola para tener una calle a su nombre. «La Cámara Agrícola» nos da cumplida satisfacción sobre el caso por coincidir en su corta vida con los acontecimientos que relataremos a continuación.
D. Vicente Manterola era conocido orador religioso y político[2], por sus furibundos ataques a liberales y republicanos desde una postura tradicionalista y conservadora. Sus elocuentes sermones desde el púlpito enfervorizaban a los feligreses. Y estos méritos fueron suficientes para que predicara durante la Santa Teresa de 1891 en la villa.
Cuando se disponía el día 21 de octubre a subir de nuevo al púlpito cayó gravemente enfermo, para morir en el convento de los Padres Carmelitas el día 24 a las 7 horas 55 minutos de la mañana. Gran conmoción produjo esta súbita muerte en la villa. Según nuestro periódico, la compañía de teatro suspendió su función y todos los relojes y campanas de la Villa redoblaron apenadamente. Incluso el director de la Banda Municipal Sr. Santafé compuso una marcha fúnebre que se tocó durante el entierro. A decir verdad toda la prensa nacional se hizo eco de la noticia. Presidió el funeral el mismo Sr. Obispo de Salamanca, P. Tomás de la Cámara, y el Ayuntamiento de Alba le dedicó una corona en nombre del pueblo.
En «La Cámara Agrícola» se abrió una suscripción popular para levantarle un sepulcro en la Iglesia de las Madres, pero, a pesar de sus esfuerzos, no consiguió más que una lápida funeraria en el cementerio. Y como recuerdo para la posteridad, único recuerdo, la corporación decidió dedicarle una calle.
Así pues, D. Vicente Manterola y Pérez preclaro cantos de las glorias de Santa Teresa de Jesús se convirtió en flor de un día y olvido general.

LOS ALBENSES SE DIVIERTEN
Junto a las tertulias del recién inaugurado Casino  Obrero e interminables paseos por la Plaza, la otra gran diversión de los albenses era el teatro. Cualquier ocasión festiva –Ferias de San Antonio, Santa Teresa o la llegada de la primavera– resultaba acomodada para celebrar una velada teatral. Generalmente eran compañías nacionales las que traían chispeantes zarzuelas de gran aceptación popular; pero las más de las veces el director de la banda municipal y profesor de música, Sr. Santafé obsequiaba al público con una velada musical. Sin duda fue éste uno de los más activos personajes de la época. Además de dirigir la banda, formó un coro de jóvenes y una rondalla que interpretaba en el teatro fragmentos de zarzuelas. Y después de la velada, en el mismo teatro, se organizaban divertidos bailes. Lo demás era tedio y aburrimiento. Porque lo que es en fiestas populares el Municipio no se estiraba demasiado. Veamos como curiosidad el presupuesto de las Fiestas Patronales de 1891:


Funciones religiosas….…. 125 pesetas
Limosnas y bonos………… 125 pesetas
Fuegos artificiales…..….… 300 pesetas
Toretes……………..…………. 250 pesetas
Cucañas……………………….… 25 pesetas
Templete…………..………..… 75 pesetas
Programas y anuncios…... 125 pesetas
Tamboril y dulzaina…….…. 75 pesetas
Iluminación….…………………. 50 pesetas
                                       ────────────
TOTAL………………………... 1.150 pesetas

La distribución del presupuesto no necesita comentario.

Y PUNTO FINAL
El veinticinco de julio de 1893, cuando «La Cámara Agrícola» cumplía su número 146, muere prematuramente a sus 23 años de edad el director del semanario José Sánchez González. El número está dedicado por entero a llorar su muerte. Y con él muere también «La Cámara Agrícola» el 2 de Agosto de 1893. La antorcha de la asociación de agricultores, como dejamos dicho, será retomada por «El Teresiano».

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[1].- Ya en 1884 los agricultores albenses habían denunciado en «El Progreso» de Salamanca el perjuicio que estos acuerdos ocasionarían a los productos nacionales.
[2].- Nació en San Sebastian (1833). Fue diputado por Guipúzcoa en las cortes constituyentes de 1869. Al ser aprobada la libertad religiosa a la que combatía, se puso al servicio del carlismo. Estuvo durante varios años exiliado y a su vuelta gano una canonjía en Toledo.»