En húmeda clausura, blanca y pura, reposa el cuerpo, lámpara encendida, que al fuego de un amor sin despedida venció la ley del tiempo y su amargura.
No hay carne que en la tumba así perdura si Dios no la corona en nueva vida; ni el polvo a tal reliquia es bienvenida, pues guarda en sí celeste arquitectura.
Oh llama viva, oh sien de lo divino, que aún late en hueso, sangre y en mirada la huella del Amado peregrino.
Milagro fiel de gracia revelada: la muerte en ti perdió su cruel destino, y el cielo abrió su puerta consagrada.
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Soneto al cuerpo incorrupto de Santa Teresa
ResponderEliminarEn húmeda clausura, blanca y pura,
reposa el cuerpo, lámpara encendida,
que al fuego de un amor sin despedida
venció la ley del tiempo y su amargura.
No hay carne que en la tumba así perdura
si Dios no la corona en nueva vida;
ni el polvo a tal reliquia es bienvenida,
pues guarda en sí celeste arquitectura.
Oh llama viva, oh sien de lo divino,
que aún late en hueso, sangre y en mirada
la huella del Amado peregrino.
Milagro fiel de gracia revelada:
la muerte en ti perdió su cruel destino,
y el cielo abrió su puerta consagrada.