Al conmemorar el 79º aniversario del fallecimiento del escritor José Sánchez Rojas (Alba de Tormes 19-04-1885 ─ Salamanca, 31-12-1931) nos decantamos, como en años anteriores, por reproducir alguno de los artículos con los que se difundió la triste noticia en la prensa de la época. En este caso lo hacemos con la semblanza publicada el 12 de enero de 1932 en el semanario Mundo Gráfico en el que, además, encontramos una interesante fotografía de la capilla ardiente instalada en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Alba de Tormes por la que desfilaría, a modo de despedida, la práctica totalidad de los albenses.
«En Salamanca, la ciudad charra, la que tanto ensalzara en sus glosas, la ciudad predilecta y querida del gran escritor, ha muerto, victima de fulminante bronconeumonía, el que fue brillante periodista y excelente amigo, José Sánchez Rojas, cuando con todo entusiasmo fue a preparar una conferencia que tenia que celebrar en Ciudad Rodrigo.
Sánchez Rojas era un bohemio. Raro ejemplo de escritor y artista de antaño, su vida fue una continua sucesión de aventuras y proezas, de amarguras y desengaños.
Pajarillo aventurero, no tuvo la voluntad de aclimatarse nunca a nadie ni a nada, prefiriendo vagar solo por el mundo al amparo único y exclusivo de su sabia pluma, que le proporcionó triunfos, y de su corazón noble y bueno, que le granjeó amistades y cariño.
De precoz y clara inteligencia, muy joven fue licenciado en Derecho en la Universidad salmantina, y, viajero infatigable, logró marchar pensionado al Colegio de San Clemente, en Bolonia, donde amplió sus estudios, regresando, gracias a su voluntad de hierro e inteligencia clara, con la suficiente capacidad para explicar italiano en la cátedra de la Universidad donde formó su inteligencia.
Pero su falta de constancia, su ferviente anhelo de nuevas impresiones y sus ansias de libertad, dieron al traste con todos los triunfos conseguidos, y... otra vez por esos mundos de Dios en busca —siempre al amparo de su pluma y de su corazón de niño—de nuevos horizontes donde triunfar.
Hombre de vastísima cultura, de mérito reconocido en el mundillo literario y periodístico, supo abrirse siempre camino a fuerza de trabajo, salvando escollos y envidias, con tesón inquebrantable, hasta conseguir que sus trabajos: crónicas, glosas, bibliografías, fueran solicitados por infinidad de revistas y diarios españoles y extranjeros, cuyas dotes de prosista claro y profundo, verdadero maestro del buen decir, fueran reconocidos en su justo medio.
Aquí, en esta Casa de Prensa Gráfica, fue un colaborador asiduo y ferviente, donde con verdadero cariño se le trataba, apreciando como se merecía todo el valor de su docta pluma.
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Ha muerto un amigo más. Un amigo entrañable de todos los escritores y periodistas madrileños, entre los que encontró —tal vez por su carácter o sus rarezas— algún gesto esquivo, el cual no merecía por su corazón sencillo y noble.
En pleno triunfo, cuando ya volvía a gozar el placer de los años buenos, premio de toda una vida de trabajo y hasta de privaciones; cuando por arraigado espíritu republicano logró también ver conseguido el triunfo de su más puro ideal; cuando empezaba a gozar el sabor dulce y agradable de la popularidad que abre las puertas del mundo y hace grata la existencia, una traidora enfermedad hizo presa en su ya agotada naturaleza y hace víctima de su furor implacable a un gran escritor, a un amigo bueno y afectuoso de todos los periodistas madrileños.»
T. M. CARBONELL
Mundo Gráfico, 12-01-1932
Mundo Gráfico, 12-01-1932