viernes, 29 de abril de 2016

Alba de Tormes en 1813

(Clic sobre la imagen para ampliar)

Dibujo de Alba de Tormes realizado a lapiz por John Hatch  Synge entre los meses de mayo y agosto del 1813. La imagen procede del Cuaderno de pinturas realizadas en Portugal y España (Fol. 15) por el autor irlandés que, además de esta, contiene interesantísimas láminas de otras localidades portuguesas y españolas y que se custodia en la Biblioteca del Trinity College (Dublín) por quien ha sido digitalizado y de quien hemos obtenido la pertinente autorización para su utilización en esta sección de Entre el Tormes y Butarque.

sábado, 23 de abril de 2016

IV centenario de la muerte de Cervantes

José Sánchez Rojas

Dos mujeres –¿el ama y la sobrina? –, además de su esposa, doña Constanza de Figueroa, y de su hija, doña Isabel de Saavedra, acompañadas del buen licenciado Martínez Morcilla, rodean el lecho de Miguel de Cervantes a la hora de su muerte. La muerte le ronda desde hace días; harto lo sabe Miguel; ya la tiene presentida desde hace tiempo. Componiendo Los trabajos de Persiles y Segismunda, dice al conde de Lemos, su amigo y protector:

Puesto ya el pie en el estribo
con las ansias de la muerte.

Añadiendo después, en prosa llana, corriente y moliente a todo ruedo: «Adiós, gracias; adiós, donaires; adiós, regocijados amigos, que ya me voy muriendo y deseando veros presto en la otra vida.»
Miguel muere tan razonablemente como su amigo Alonso Quijano, el caballero de la Mancha. Días antes, el 2 de Abril, ingresa devotamente como Hermano menor de la Orden Tercera de San Francisco. Sus últimos días los consagra por entero a la devoción y a la plegaria. Muere pobre y oscuro y le entierran al píe de su casa, en el Monasterio de las Monjas Trinitarias, sito en la calle de Lope de Vega.
Le amortajan con el hábito de franciscano. El clérigo Fray Félix Lope de Vega y Carpió reza un responso ante su cadáver. El entierro no se verifica hasta el día siguiente, domingo, 24. En la comitiva fúnebre no concurre nadie, pero nadie... Franciscanos humildes, juglares desconocidos, dos escritores humildes de los que ninguna obra nos ha legado el tiempo, dos pobres bohemios de antaño: un tal Francisco de Urbina y un cierto Luis Calderón.
Las exequias son un poco más solemnes, porque Cervantes no es solamente un pobre escritorzuelo, sino, además, un cautivo de Argel. Al lado del presbiterio de las Trinitarias depositaron los sepultureros su cuerpo; las monjitas rezaron gangosamente unos responsos. Ninguna huella quedó en los documentos de la época de semejante inhumación.
Cervantes muere pobre, como había vivido. En Madrid continúa el calvario de Valladolid y de Sevilla. Sus protectores y amigos le socorren tacañamente. Sus editores, presintiendo a los de hogaño, le roban y merman sus míseros ingresos. Los vecinos se encargan de suministrarle los últimos alimentos.
Sobre Cervantes pesa una maldición. No es un hombre normal. El proceso que se le siguió en Valladolid sobre la muerte del caballero Ezpeleta proyecta de sombras y de equívocos su vida andariega y trafagosa. Sus estancias en Sevilla le han enemistado con los nobles y con los profesionales de la pluma. Sus últimos días en Madrid, siempre mendigando, solicitando siempre favores y mercedes, han sido terribles y calamitosos. Apenas si ha podido el mes pasado reunir los maravedises suficientes para descansar la Semana Santa en Esquivias. En las vacaciones impuestas por el físico ha tenido que trabajar para comer. El conde de Lemos no se entera de que su protegido está ya viaticado. «Las ansias crecen –le participa Cervantes–, la esperanza mengua y es breve el tiempo que me separa de la muerte.» Y muere, al fin; muere, en una casa incómoda, estrecha y maloliente, de arterioesclerosis, según las trazas más posibles.
Madrid conserva la casa donde murió Cervantes en la calle de su nombre, y los restos de su sepultura, en el lado derecho del presbiterio de las monjas Trinitarias, en la calle de Lope de Vega. Una ceremonia fría y oficial, una misa de réquiem, a la que asiste en corporación la Real Academia Española, recuerda entre nosotros la fecha memorable. Este día, sin embargo, debiera ser sagrado en la memoria de los españoles. ¿Por qué no se declara esta fecha fiesta nacional? ¿Estamos tan ahítos y colmados de gloria que podamos prescindir del día glorioso en que ingresara en los anales de la inmortalidad el padre de Don Quijote y de las Novelas ejemplares?

Crónica, 24 de abril de 1932

martes, 19 de abril de 2016

Aniversario del nacimiento de Sánchez Rojas

Nada mejor para recordar a José Sánchez Rojas que hacerlo a través de su obra. Por ello, y para conmemorar el 131 aniversario de su nacimiento, acaecido un 19 de abril –como hoy– del año 1885, hemos confeccionado un pequeño compendio de algunos de sus artículos inspirados –o dedicados– a diversas localidades de nuestra provincia que bajo el título Correrías salmantinas ya se encuentra disponible para su consulta y/o descarga. 

martes, 12 de abril de 2016

La España Teresiana

«En 1866, un flamenco entusiasta del teresianismo llamado Isidore Hye-Hoys, acompañado de su esposa, abandonó su Gantes natal para realizar un, entonces formidable, viaje por la España de Santa Teresa. Cargado con sus instrumentos de dibujo y una autorización papal para entrar en las clausuras de los conventos se dispuso a recorrer los lugares por los que Santa Teresa de Jesús tuvo su periplo vital. Durante año y medio recorrió los pueblos ciudades donde la Santa vivió y fundó alguna institución, además visitó las iglesias y conventos de Carmelitas, calzados o descalzos, que encontró en su camino. El resultado del viaje quedó reflejado en un libro, profusamente ilustrado, denominado “La España teresiana o peregrinación de un flamenco por todas las fundaciones de Santa Teresa”, publicado en 1886 y que sirvió de itinerario teresiano e incipiente folleto turístico».

Este libro –que desde aquí ofrecemos en su integridad– contiene numerosos dibujos relativos a nuestra localidad ilustrando los capítulos dedicados a la fundación del Convento de la Anunciación de Alba de Tormes (pág. 59), a la muerte de Santa Teresa (pág. 89) y a su beatificación y canonización (pág. 92). No obstante, el que nos ha resultado más interesante es una vista general (pág. 5) que nos permite vislumbrar la distribución urbana de la villa previa al comienzo de la obras de construcción de la Basílica.



                         

     

                         

jueves, 7 de abril de 2016

Programa de fiestas 1997


A 1997 llegamos ya en la recuperación de antiguos programas de nuestras fiestas patronales de octubre. Releyendo el libro-programa de las correspondientes a aquel año –que desde hoy puede consultarse y/o descargarse en formato digital– encontramos, distribuidas entre sus páginas, una amplia y muy interesante colección de fotografías de la serie «Recuerdos de nuestro pasado» que, a buen seguro, será agradable rememorar para muchos de nuestros seguidores.