miércoles, 30 de julio de 2008

Nuevas fotografías

Actualización de los distintos álbumes temáticos con la inclusión de nuevas fotografías que, para una más fácil visualización, también se incluyen en este que aquí se publica.

lunes, 7 de julio de 2008

Saleri II

Vistió de luces por primera vez y estrenó nombre en Alba de Tormes

Julián Saiz Martínez, Saleri II, (Romanones [Guadalajara] 19/06/1892 – Madrid 7/10/1958).

Destacó, sobremanera, en la suerte de banderillas, lle
gando a ser considerado el mejor banderillero de su época. Torero completo, compartió terna en múltiples ocasiones con Joselito y Belmonte, y pasó, por meritos propios, a formar parte de la historia grande del toreo.

Tomó la alternativa en Madrid el 13 de septiembre de 1914 y parece que realizó su último "paseillo" el 25 de agosto de 1935 en Almagro.

Participó, junto a Joselito y Francisco Posada en la reinauguración de la Monumental de Barcelona el 27 de febrero de 1916 con toros de la ganadería de Pablo Benjumea. También lo hizo, compartiendo cartel con Gaona y Joselito, en la primera corrida celebrada de la Plaza de Toros de Albacete ante astados de Fernando Villalón el 9 de septiembre de 1917, así como en la inaugural de la de Pamplona en día de San Fermín de 1922 junto a Juan Luis de la Rosa y Marcial Lalanda, y encierro de Vicente Martínez.

Como novillero debutó “vestido de luces” en la Plaza de Toros de Alba de Tormes y en ella “estreno” su nombre, tal y como se relata en el artículo publica
do el 14 de febrero de 1916 en la revista “La Lidia Taurina” que, como curiosidad, se trascribe a continuación .


"Aniceto Ajo, alias Cuchareta es la ninfa Egeria de Julián Saiz, en cuya vida torera ha ejercido notoria influencia.
Durante sus primeras correrías taurinas usaba Julián el apodo de Posadero, y con él llegó á Salamanca cuando marchó de Madrid después de haber cerrado por ausencia su establecimiento de carnicería.
Aniceto es un tipo original: pequeño, regordete, de ojos vivos de labios gruesos, y de fisonomía simpática.
Sus aficiones taurinas diéronle, andando el tiempo, en proteger a los torerillos que, errantes por esos pueblos, llegaban á Salamanca á hospedarse en la modesta fonda que allí tiene Cuchareta.


Un día llegó allá Julián.

  • Aquí vengo decidido a torear lo que salga, díjole a Aniceto. Y a parar en su casa todo el tiempo posible.
  • ¿Quieres torear el domingo en Alba de Tormes?
  • ¿Qué si quiero? Eso no se pregunta. Usted manda y yo toreo donde sea y como sea.
  • Bueno; pues quedas contratado. ¿Tienes traje de luces?
  • De luces… apagadas. ¿No es bueno este?, dijo señalando su chaquetilla de diario, que presentaba alguna que otra pieza por los trozos de tela que se fueron enganchados en los pitones de los bueyes.
  • Entonces yo te alquilaré un traje… un traje que fue mío.
  • ¿Pero usted es torero también?
  • También lo soy, pero muy desgraciado. Figúrate que un toro me dio un día una corná y ya ves como me dejo la lengua. Y sacando de ella medio palmo, vio Julián que á su protector le había suprimido el cuerno la mitad de la sin hueso.
  • ¿Se quedaría usted sin habla?
  • Primero así me quede, pero después que los médicos me curaron, me volvió la mitad de ella.
  • Pues si que el torito tiraba á dar.
  • ¿Si le hubiera dado esa cornada á algún político? …¡Pero a mí! ¿Y que apodo llevas?
  • Me llaman Posadero.
Dos días después Cuchareta y su protegido se marchaban á Alba de Tormes, separándose, porque mientras el muchachillo se iba a ver el pueblo y a saludar a sus compañeros, Cereceda, el amigo Aniceto se dedicaba á ultimar los preparativos.

Julián vio en una esquina el cartel anunciador y se fue derecho a él como una tromba. Quería ver su nombre en letras de molde, que para los toreros como para todos los demás artistas, sea el que sea su arte, el primer encanto, el primer triunfo, es verse anunciados en los carteles. Llegó allí y… se quedó de una pieza. Su nombre no figuraba en él. Sin decir una palabra, jadeante se fue en busca de Cuchareta con el que dio al fin.
  • ¿Que te pasa, muchacho? Díjole al verle tan azorado.
  • Que… que… no… fi… fi… fi… guro…
  • ¡Acaba de tartamudear! ¿O es que á ti también te ha partido la lengua un buró?
  • Que no toreo… que no toreo, decía el chiquillo casi llorando.
  • Que si toreas, hombre. Ya lo veras. Y déjame ahora, que tengo mucho que hacer.
  • Pero… dígame usted: ¿Quién es ese Saleri II?
Al día siguiente se celebró la fiesta y cuando ya estaban las cuadrillas para hacer el paseíllo, acercósele Cuchareta y le dijo:
  • Anda, ponte ahí, en tu sitio, y le empujo al lado del otro matador.
  • Pero, ¿y el otro? ¿El Saleri?
  • Ese Saleri II eres tú, á quien he cambiado el apodo, porque el otro no me gustaba.
Sonaron los clarines; la banda del pueblo entonó un pasacalle; el charloteo de los espectadores, sobre el que salía la palmada de un impaciente, retumbaron en los oídos del novel matador, que por primera vez pisaba un ruedo vistiendo el traje de alamares dorados sobre sedas de colores.

Desde entonces Julián Saiz viene apodándose Saleri II."


La Lidia Taurina - Núm. 2 - Madrid 14 de febrero de 1916
Biblioteca Nacional de España

domingo, 6 de julio de 2008

Aquel otro Madrid

Nuevo álbum con una recopilación de antiguas fotografías que posibilitan un paseo virtual por un Madrid muy diferente del actual.