Una año más, coincidiendo con el aniversario de su fallecimiento, recordamos la figura José Sánchez Rojas y para ello utilizamos alguno de los numerosos obituarios desperdigados por la prensa escrita de aquellas ya lejanas fechas. En esta ocasión recuperamos el publicado el 9 de enero de 1932 en la revista Gracia y Justicia, semanario político-satírico antirrepublicano y de tendencia ultraderechista que, con un estilo punzante y mordaz, en repetidas ocasiones se mofaría del escritor albense.
LA SILUETA DE LA SEMANA
SÁNCHEZ ROJAS
«Hacemos voluntariamente esta figura de cada semana, con la semana vencida de su actualidad. Así contrastamos bien si es en efecto o no la figura que con perfil más saliente ha de destacar en esta galería de GRACIA Y JUSTICIA.
Pocas veces, afortunadamente, hemos tenido que escribirla en serio. Una vez sucedió así en honor a Francisco Villaespesa, de quien hablamos bastante antes que el amigo Zamacois, que hace ahora un poco de señora de ropero benéfico. Hoy queremos hacer seriamente, tristemente mejor, la silueta de José Sánchez Rojas, que acaba de morir.
Aquí ironizamos muchas veces al buen Sánchez Rojas. Le ironizamos, esto sí, sin acritud, recortando su perfil con tijeras de sátira inocente.
Nobleza obliga, pues, para que hablemos del escritor muerto, cuyas ideas no eran las nuestras, de un modo honrado y espontáneo.
* * *
Sánchez Rojas, “desnivelado, desflecado”, como alguien ha dicho ahora brindando cordial y sentida despedida. Sánchez Rojas, a quien Gómez de la Serna llamó "gran cigarrón de los caminos", era un auténtico escritor, un buen escritor del buen castellano.
Era, además, el último bohemio integral, el último de los "poetas malditos" a quien Verlaine hubiera incluido en su doloroso inventario de monstruos con alma angélica.
En Madrid, y aun en España entera, su figura era popular. Descuidado y casi miserable en el vestir, físicamente como roto, noctámbulo y errante, Rojas fue para muchos sólo eso y sólo eso: el hombre pintoresco del café.
Y él era mucho más. Era un hombre generoso de su vida y de su talento, un suicida de todas sus posibilidades. Un exponente romántico, en tanto que siempre jugaba a perder en esta vida de las letras —de las pobres letras— donde el clasicismo se observa sólo en el jugar a ganar.
Ni siquiera escribió una labor duradera. Junto al enorme esfuerzo de miles de artículos que mueren con la actualidad del día, apenas deja Sánchez Rojas cinco títulos entre libros y folletos.
GRACIA Y JUSTICIA se porta ahora en su honor. Si antes sólo aprovechó la "gracia" para Sánchez Rojas, hoy se le da la "justicia". Tenemos —¿cómo podía ser de otro modo?— un insobornable fondo sentimental, y en nadie mejor que el escritor muerto en su tierra natal, que en el escritor vencido al fin por los lobos del frío, podemos exaltar ese fondo nuestro.
Descanse en la paz grande de los grandes cansados José Sánchez Rojas, que ha muerto como cristiano en su dorada Salamanca.
Sólo por un momento nos cuadramos en honor de tristeza para exclamar al desfile de su nombre:
— ¡Buen viaje, cigarrón adormilado de los caminos de España! ¡Buen viaje, escritor de buenas letras, en este último peregrinar en que a las botas de agonía, les salen alas de limpia y nueva juventud!»