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sábado, 21 de agosto de 2010

El Tormes. Punto y final


Comentaba Jesús María García en su articulo “En este pueblo hubo otros periódicos” (Puerta del Río nº 4. Octubre 1983): «… Y sin duda, fiándonos de los recuerdos de nuestros mayores, debemos suponer que fueron bastantes más los [números de El Tormes] que se publicaron…». Posteriormente, en su libro “Alba de Tormes: Páginas sueltas de su historia” (Ediciones de la Diputación de Salamanca. 1991), en el que nuevamente se ocupaba de la historia de la prensa albense, matizaba aquella afirmación inicial manifestando: «El último número que conocemos de «El Tormes» es el 17 correspondiente al 2 de marzo de 1930. No creemos que subsistiera muchos más. »
Nosotros, que allá por el mes de enero del 2009 iniciábamos la reedición digital de los nueve ejemplares originales de los que disponíamos en nuestro archivo personal, y que posteriormente, y gracias a la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica (dependiente del Ministerio de Cultura) tuvimos la posibilidad de ampliar para nuestros seguidores con ocho nuevas ediciones, consideramos más acertada esta última apreciación y hoy ponemos fin a nuestras entregas del dominical albense El Tormes incorporando a nuestra (y vuestra) hemeroteca su número 17, último disponible y, creemos, último publicado.

miércoles, 19 de mayo de 2010

El Tormes número 16

Un nuevo Recuerdo de niñez de José Sánchez Rojas es, sin duda, lo mas destacable del contenido de este número 16 del antiguo dominical albense El Tormes que desde hoy ponemos a disposición de cuantos nos visitan. En su lectura tropezamos con una cariñosa evocación de su primer maestro y el recuerdo de las antiguas escuelas publicas de Alba de Tormes, entonces ubicadas en otro de nuestros edificios singulares con el que también pudo la dejadez y la ruina y que hoy recordamos gracias a la descripción que de él hizo Rojas en esta nueva entrega de su proyecto literario Sol entre nieblas, que a continuación reproducimos, y a las fotografías con que lo ilustramos obtenidas de el Libro programa de fiestas del pasado año.


SOL ENTRE NIEBLASRECUERDOS DE NIÑEZV
DE LA ESCUELA

Las escuelas públicas de Alba están todas en un mismo edificio, que podrá tener treinta y cinco años (1) de existencia. La de los párvulos esta en el centro; la de las niñas a la izquierda; a la derecha la de los adultos. Las escuelas son unos salones largos, con unas columnas que interrumpen la vigilancia del maestro. Son frías, y tan altas, que el maestro necesita unos pulmones privilegiados. Las tres escuelas tienen patios o unos corrales con tenadas.
No hay retretes en ellas. El material vale muy poco; mapas medianejos y estampita horribles con episodios de las Historias Sagrada y Española. No se han graduado estas escuelas todavía. Y es el caso que el Ayuntamiento esta orgulloso de ese edificio, porque tiene cierta elegancia exterior y un patio de entrada muy bonito.
Los maestros no quieren decir en voz alta que aquellos salones son indecorosos y fríos, que el material pedagógico es deficiente, que es más que necesaria la graduación. Ahora parece que la inspectora, señorita Victoria Adrados, quiere poner pronto remedio a tal estado de cosas en las dos escuelas de su jurisdicción. Crea la señorita Adrados que la opinión la acompañará en la empresa.
Yo asistí casi siempre a la escuela de párvulos que dirigía don Nicolás Caballero, anciano bondadoso y muy inteligente, el niño de más edad de los que allí nos reuníamos. En la escuela no chillaba nadie. Fuera de ella, nos desquitábamos jugando “a la una anda mi mula” y al marro en las horas de recreo. En estos juegos se desarticuló una pierna uno de mis mejores amigos de entonces, que hoy vive casado y con una florida y copiosa descendencia. En aquella escuela cantábamos el Bendito. El buen don Nicolás tenía una gran emulación; muchas veces, desquitándolo de su sueldo –el Ayuntamiento pagaba entonces, no sé si ahora también, una decorosa subvención a los profesores- nos obsequiaba con premios extraordinarios, libros, estampas y dulces. El pobre viejo, un poco inquieto de nervios, nos reñía con aspereza y siempre acababa la riña con un beso sonoro y paternal.
¡Pobre don Nicolás! Parece que le estoy viendo con el puntero, señalándonos las letras del alfabeto; parece que le estoy viendo forzándome con una diestra temblona a coger la pluma de no se que manera, que me cohibía atrozmente y que me hacia llenar la plana de borrones; parece que le estoy viendo entonar el Bendito, iniciando la cascada de notas infantiles; parece que le estoy viendo jugar con nosotros en el patrio con su humor alegre. Aquel pobre viejo respetaba el pudor infantil con una gran delicadeza. Estaba ayuno de toda suerte de malicias. De sus sesenta y ocho años podía quedarse con el pico, que su infantilismo era de buena ley. Y nosotros le respetábamos y, sobre todo, le queríamos, le queríamos mucho.
Yo me rompí una tarde la cabeza, haciendo la mula, en el patio. No podía estarme quito. Mucho más que a mi le asustó a él el espectáculo de la sangre. El porrazo fue tan serio que en la botica tuvieron que coserme el cuero cabelludo. Todavía tengo las señales de una hermosísima cicatriz. Aquel pobre anciano lloró aquella tarde sin consuelo.
Le pagué siempre aquellas lágrimas con amor, con veneración, con una siempre renovada gratitud. Todos los años, ya de adolescente, iba a saludarle.
- ¡A ver si eres como Fulanito, y como Fulanito, que salieron de mi escuela! ¿Lo oyes bien? ¡De mi escuela!
Y me citaba el ejemplo de unas glorias locales que ceñían en sus frentes coronas locales también. Y no de laurel todas las veces, sino de cardos y de calabazas, a lo mejor.
Estudiaba ya en la Universidad y fui a felicitar un año a mi maestro de escuela. Celebraba sus días el 11 de septiembre. ¡Ya no estaba allí! Le habían jubilado y había muerto en casa de un hijo suyo, sacerdote.
Y le lloré como si fuera de los míos.
No comprendo que se deprima la labor del maestro, que las gentes le burlen, que los padres no le hagan caso, que la sociedad no se esfuerce por elevar el nivel de la misión educadora. Yo no tuve de escuela una cárcel; yo no tuve de maestro un dómine; yo no pensaba en la hora de salir de la escuela, sino de entrar en ella.
¡Pobre don Nicolás Caballero! Jugábamos con él. Se enfurruñaba con nosotros para besarnos a continuación. Y nos hablaba de un pueblo –Venecia- que estaba sobre las aguas:
- ¿No es bola, don Nicolás?
Y de un monte, el Vesubio, que echaba humo.
- ¡Mira que cosas, hombre!
Y de la Virgen
- ¡Que guapa, chacho!
Y aquellas narraciones, henchidas de poesía, del buen anciano, florecieron en nuestra niñez y ellas darán, más tarde o más temprano, su fruto sazonado en nuestros corazones.
(1) No he querido retocar adrede este capítulo, escrito pocos años después de haber salido de la Universidad
JOSE SANCHEZ ROJAS
(EL TORMES 23/02/1930)


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martes, 23 de marzo de 2010

El Tormes número 15

Aunque publicado en el mes de febrero de 1930, en realidad este número 15 del dominical albense El Tormes, que hoy recuperamos, nos sirve de puente para retrotraernos a finales del siglo IXX y, por medio de uno de los artículos contenidos en esta edición: “In ilo tempore…”, comprobar lo que por aquellos años acontecía en nuestra localidad, y así, de este modo, conocer de la utilización de su Plaza Mayor para el desarrollo de corridas de vacas amaromadas, saber de la celebración de variadas representaciones escénicas de las que parece deducirse la existencia de una afición por el teatro entre la población de la época, o vislumbrar las iniciativas del profesor Santafé y Eduardo Álvarez, principales impulsores de cuantas actividades de índole cultural y artístico se organizaban y fundadores y redactores de El Teresiano, una de las primeras, si no la primera, cabecera periodística de Alba de Tormes.

lunes, 7 de diciembre de 2009

El Tormes nº 14

Tiempos difíciles los que corrían en Alba de Tormes, en particular, y en el resto de España en general, cuando el 9 de febrero de 1930 salía a la luz un nuevo ejemplar de El Tormes. Tiempos de incertidumbre política tras la reciente dimisión del dictador Miguel Primo de Rivera (30-01-1930) y la ascensión al poder del general Dámaso Berenguer, en lo que el ingenio popular denominaría dictablanda. Tiempos de nerviosismo, ansiedad e impaciencia que se recogen en la reseña que bajo el titulo “Del momento político” publicaba el número 14 del dominical albense en el que se informaba de estos cambios en el gobierno de la nación al tiempo que se congratulaba por el nombramiento como Ministro de Instrucción Publica del duque de Alba.
También sería noticia, en esta edición, el proyecto de construcción de una plaza de abastos, que con un presupuesto de 120.000 Pts no llegaría a fructificar, mientras que, en su primera página, incluiría una nueva entrega de los Recuerdos de Niñez de Sánchez Rojas, en los que, entre otros, relataba el traslado de los restos de D. Gutierre, primer señor de Alba, desde las ruinas del monasterio de San Jerónimo hasta la iglesia de Santiago, traslado éste que protagonizaría una curiosa anécdota que sería recogida en el diario ABC del día 30 de septiembre de 1908 al que se puede acceder desde aquí .

lunes, 26 de octubre de 2009

El polifuncional Teatro del Hospital

Como polifuncional podríamos definir el antiguo Teatro del Hospital de Santiago y San Marcos de Alba de Tormes si atendemos a las actividades que en él se realizaban, allá por los años 1929 – 1930, y que encontramos recogidas en distintos números de El Tormes. Y así, si ya habíamos tenido referencia de distintas representaciones teatrales, audiciones musicales y veladas literarias, en el número 13 del antiguo dominical encontramos el anuncio de la celebración, en ese mismo lugar, de "grandiosos bailes" en sesiones de tarde y noche donde los asistentes podrían pasarlo "deliciosamente" y encontrarse "igual que en un paraíso encantador"
También encontramos en este número la segunda entrega de la novela de José Sánchez Rojas “Sol entre Nieblas” con un nuevo recuerdo de niñez en el que, entre otras, el escritor albense describe, en forma somera, las celebraciones religiosas del Viernes Santo en las iglesias de San Pedro y de las Madres.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Cambio de imagen en El Tormes

A buen seguro que se sorprendieron sus lectores cuando el 26 de enero de 1930 comprobaron en el número 12 de El Tormes el cambio que éste efectuaba en su cabecera, en la que se sustituía la antigua perspectiva que, desde el Espolón, ofrecía una visión de algunos de los monumentos más característicos de Alba de Tormes (Basílica, San Pedro, Castillo, Torreón, Puente, San Jerónimo) por un rotulo con el nombre del dominical flanqueado por dos blasones, el de la izquierda, ceñido por corona ducal, con cartela conteniendo el escudo de la villa, y el de la derecha, sin timbre, en el que todo su campo es ocupado por la Torre de la Armería.
En cuanto a su contenido, también se producía una importante novedad ya que con este número se iniciaba la anunciada colaboración del paisano José Sánchez Rojas, y así, destacado en su portada, encontramos la primera entrega de su novela Sol entre nieblas, que iniciaba con uno de sus Recuerdos de Niñez, “Recuerdo” con el que ya anteriormente habría colaborado con otra publicación albense: La Basílica Teresiana [Año II, nº 16, Octubre 1915] y en cuya lectura ya nos sorprendimos al comprobar como un articulo con este título (De mi pueblo – Recuerdos de niñez), contenía el relato de la contemplación del cuerpo de Santa Teresa en la última apertura que se produjo de su sepulcro como consecuencia del motín popular que tubo lugar en Alba en el mes de agosto de 1914, año éste en el que Sánchez Rojas, ya no tan niño, se acercaba a su treintena.

lunes, 24 de agosto de 2009

El Tormes nº 11

No debía resultar fácil, en los primeros meses de 1930 encontrar noticias, temas y artículos para mantener actualizada en Alba de Tormes una publicación semanal como El Tormes; y así encontramos en el número 11, que con esta fecha recuperamos, contenidos ya conocidos de anteriores ediciones: Una nueva entrega de la serie histórica “Alba a través de los tiempos”, el estado de la suscripción popular a favor del Hospital de Santiago, el anuncio de la futura colaboración de José Sánchez Rojas, las llegadas y salidas de Alba y otras poblaciones de la comarca de distintos personajes, movimientos del registro civil… así como algún otro artículo de relleno como “Pasando el rato” que parece escrito, ex profeso, para completar las 8 paginas que de forma habitual conformaban cada uno de sus ejemplares.

sábado, 25 de julio de 2009

El Tormes nº 10

"Una gran noticia para nuestros lectores. El Tormes empezará a publicar, muy en breve, la preciosa novela Sol entre nieblas, original de nuestro querido paisano, el ilustre escritor Don José Sánchez Rojas que nos dispensa el alto honor de honrar las columnas de nuestro semanario con un desinterés y una prueba de compañerismo que nunca agradeceremos bastante.
Sol entre nieblas, la acción de cuya primera parte ocurre en Alba, es un modelo de literatura en donde fluye la prosa galana y castiza del insigne escritor.
Sol entre nieblas es una novela que cautiva desde sus primeras páginas por su amenidad, interés y fuerza emotiva. "
Este es el texto que el 12 de enero de 1930 insertaba en su portada el semanario El Tormes anunciando la próxima colaboración de José Sánchez Rojas con este dominical, y que en números posteriores se materializaría con la publicación de distintos artículos que el escritor albense, al igual que años antes realizara con La Basílica Teresiana, habría cedido de forma totalmente desinteresada.
También se recogía en esta edición una amplia crónica del festival taurino recientemente celebrado a beneficio del Hospital y que a pesar de las inclemencias meteorológicas, propias del mes de enero, aportaría a sus arcas la cantidad de 568 pesetas, con 35 céntimos; así como una pequeña reseña en la que parece adivinarse la celebración, en el casino, de una exhibición de boxeo, precedida de una explicación de las normas de este deporte.

jueves, 25 de junio de 2009

El Tormes: Diciembre 1929 - Enero 1930

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Con esta fecha añadimos a nuestra hemeroteca, los números 8 y 9 del antiguo dominical albense El Tormes (último número del año 1929 y primero de 1930). En ellos se continúa informando sobre las nuevas aportaciones realizadas a la suscripción en favor del Hospital de Santiago promovida por ese periódico, al tiempo que se publica un artículo de José Sánchez Rojas recordando la celebración de las fiestas navideñas en Alba de Tormes (articulo que ya fue recogido, en su día, en otro apartado de este espacio) y se da cuenta de la aprobación por parte de la Diputación Provincial de Salamanca de una subvención de 5.000 Ptas. para las obras de la Basílica Teresiana, así como la noticia de la próxima celebración, también a beneficio del Hospital, de un festival taurino con reses cedidas por Emilio Clavijo para ser lidiadas por el polémico y por entonces número uno del escalafón de novilleros Saturio Torón.
Del resto de contenidos destacamos por su curiosidad la publicación (de inserción obligatoria) de la Real orden de la Presidencia del Consejo de Ministros estableciendo una cuota anual de 5 Ptas. por la licencia de uso de cada aparato receptor de radio en domicilio particular y de 50 Ptas. en lugar público (Bares, cafés, hoteles...), y también la felicitación que, a través de los Gobernadores Civiles, hacía llegar a todos los Ayuntamientos, y por extensión a toda la población, Miguel Primo de Rivera, apenas un mes antes de su dimisión como Presidente del Gobierno y posterior exilio en Paris.

domingo, 24 de mayo de 2009

El Tormes. Número 7

«Ha llegado el momento de que todos los albenses pongamos bien de manifiesto nuestros sentimientos y nuestro altruismo; hagamos una obra de caridad contribuyendo cada uno con lo que buenamente podamos para aliviar la triste situación del Hospital de Santiago. La ocasión es propicia para ello. Se avecinan unos días que todos nos permitimos el lujo de hacer algunos extraordinarios. ¿No podríamos hacer uno más en obsequio de los enfermos del Hospital? Será un bello gesto muy filantrópico.»
Así se exhortaba a los albenses del año 1929 desde las páginas del número 7 de El Tormes a participar en una suscripción popular, en beneficio del Hospital de Santiago, promovida por este semanario e iniciada por su redacción con una aportación de 25 pesetas de la época, esto es, el equivalente a la venta de 250 ejemplares del periódico, cantidad posiblemente superior a su tirada habitual.
En números sucesivos se publicarían los nombres de las personas contribuyentes con esta causa (alguna de las cuales aún se pasea por Alba) junto a las cantidades donadas que a la fecha de publicación del número 17 (último ejemplar de los que disponemos) alcanzaba un montante de 3.657 pesetas y 65 céntimos.
En otro orden de cosas, y a titulo de curiosidad, este ejemplar, que salió a la luz pública el 22 de diciembre de 1929, lo hizo con una errata de imprenta indicando en su primera página que se trataba del número 6 cuando en realidad se correspondía con su séptima edición.

domingo, 26 de abril de 2009

El Tormes números 5 y 6

Hoy recuperamos, para la curiosidad y consulta de cuantos puedan estar interesados, dos nuevas ediciones del antiguo dominical albense El Tormes. En este caso se trata de los números 5 y 6 fechados, respectivamente, en los días 8 y 15 de diciembre del año 1929.
Del número 5 poco podemos añadir a lo ya apuntado en ocasiones similares. Su deficiente digitalización convierte su recuperación en algo casi testimonial al no permitir la completa lectura de la mayoría de sus contenidos.
No ocurre igual con el número 6, del que recientemente hemos podido disponer de uno de sus originales, lo que nos ha posibilitado realizar, por medios propios, una copia digital y tener acceso a la totalidad de uno de los "itinerarios de excursión" escritos por José Sánchez Rojas, que a continuación transcribimos, y que, coincidiendo en la misma fecha, se publicaba tanto en este número de El Tormes como en la también dominical revista madrileña Crónica:


El domingo del estudiante. Un itinerario de excursión
VISITA A ALBA DE TORMES, DESDE SALAMANCA

Veinte kilómetros de distancia, estudiante, a la villa ducal. En el tren, desde la estación; en auto de línea, por carretera. El paisaje, casi es idéntico. Pueblucos tendidos al sol en la llanura; manchas de encinares; los oteros del Arapil famoso; el Carpio más allá, vigilando el Tormes,

Bernardo estaba en el Carpio;
el moro, en el Arapil;
como el Tormes está en medio,
non podían combatir...

Pero desde la carretera es más íntimo y familiar el paisaje, y se siguen mejor las huellas de Teresa de Jesús, la monjita andariega que muriera en Alba de Tormes el 15 de Octubre de 1582. Monte, siempre monte... Pelagarcía, Pelabravo, La Maza, Valdesantiago. La fuentecica teresiana a la vera del camino. Y después, al descubrir la vega, la perspectiva total de la villa, “alta de torres y baja de muros”, que dice el dicho decidero de la comarca. Torres y más torres; el castillo; la torre del Homenaje... Sobre un lecho de pizarra descansa la ciudad de Teresa y de los duques. Hay casas con solaneras mirando al río, casitas bajas y achaparadas, un bloque inmenso de piedra, de la Basílica en construcción. Y paz. Y quietud. En el cielo –azul- no se divisa una nube, y el Tormes canta a todas horas su canción de paz.

Alba es un remanso. Nadie en las calles. Las campanas siempre tañen en alguna festividad. El canto de los afiladores, de los ajeros, de los hueveros, se prolonga en el silencio, denso y macizo, de la villa. Detrás de unos visillos blancos, estudiante, espiarán tu paso ojos negros de muchachas recoletas del hogar, y un piano desgranará una vieja melodía que te hará sonreír. Tu primera visita –ya lo sé– es para las Madres Carmelitas. Verás las reliquias de la Santa; el corazón que aseguraban nuestros abuelos haber visto traspasado por el dardo de fuego de un Serafín, el brazo, el sepulcro que se venera en el presbiterio. Después la celda de la muerte de Teresa. No lejos de esta celda, en el patio del convento, un almendro estéril dio flores blancas la noche del tránsito de Teresa al palacio celeste de su buen Jesús. Los ángeles bajaron hasta el monasterio tocando arpas de armonía inefable. Después te enseñarán la maravillosa Soledad, de Pedro de Mena. Y ya en plena devoción teresiana remata tu excursión con la visita a las Isabeles.

Atravesarás el pueblo, casi todo el pueblo: la Plaza Mayor, asentada sobre porches que fueron arrancados al palacio ducal; la calle de Manterola; la linda iglesia de San Miguel, con sus ábsides románicos; el monasterio de Benedictinas: provéete de almendras para tu novia. Allá en las afueras, ante el jardín del castillo, que algún día sirvió de refugio a Juan del Encinar, de escenario de amor a Garcilaso, de destierro a Calderón y de descanso a Lope de Vega, que firma alguna de sus comedias en la villa, se levanta la humilde iglesia franciscana de las Isabeles, que fue la morada de Teresa antes de que Francisco Velázquez y Teresa de Layz dotaran su fundación. Las ruinas de San Francisco al lado. Por la calzada, al castillo. Desde aquel altozano la villa tiene una perspectiva encantadora. La vega es la misma donde iniciaron sus diálogos Silicio y Nemeoroso. Unos álamos bordean las orillas del río, que, a las veces, forma meandros que buscan la sombra y saben cobijarse bajo la arboleda. Desde el castillo, torna al centro de la población por el viejo barrio de los pajes. El escudo en pizarra de los García, hijosdalgos de la villa; “de García para arriba, nadie diga”; callecitas pinas y viejas hechas con los despojos del antiguo esplendor ducal. La iglesia de San Pedro. Un lindo Santo Cristo en ella y un buen cuadro de Morales, el divino. Como el tiempo se ha detenido desde que entraste en la villa prolonga el paseo por la puerta del rio; asómate a la Torre del Homenaje y vuelve a la Plaza para almorzar.

Encarga el menú, si te es posible, y visita la confitería de Polique en busca de los merengues. Encarga truchas del Tormes, del Barco, que suele haberlas, y muy frescas, y logra que te condimenten caseramente una perdiz. Manjar de dioses. Al casino después. Suelen tener cerrado el Espolón y las iglesias a estas horas; conviene descansar; la quietud ya se te ha pegado al animo, y las manillas del reloj se mueven con un ritmo más lento que en otras partes. Te recomiendo la excursión a San Jerónimo, al remate de la dehesa comunal. Es un delicioso paseo de más de dos kilómetros. En lo que fue iglesia luce todavía gallardamente en los escudos el sol de los Austrias; en las casitas labradoras que circundan el monasterio de los viejos jerónimos verás losas sepulcrales de colegiales antecesores tuyos en la escuela del siglo XVI, que descansan su eterno sueño para siempre en aquellos muros. Nueva perspectiva de la villa, que tanto gustó a Garcilaso. Las dulzuras de la tarde de otoño se condensan en un crepúsculo rápido que va coloreando de mil matices diversos el lecho pizarroso en que descansa el pueblo. No dejes de ver, si tienes tiempo, los famosos enterramientos en alabastro de los Villapecellines que se guardan en San Miguel. Y asómate al Espolón, cuando ya está cuajado y nutrido el paseo dominguero, puedes ganar el tiempo que te queda iniciando un idilio, que te indemnice de la fría ciencia de los libros.

En estos pueblos quietos, que vegetan cansados de vivir, florecen los idilios como amapolas en los praderales de Abril. Y la ciencia debe estar fuertemente aliada en su espíritu, estudiante, a la reja del amor. Tu Escuela salmantina, te lo dice siempre y a todas horas. En los rojos vítores de los viejos escolares; en los bancos de madera carcomidos por el uso de la cátedra de fray Luis, hay, trazados con el color de la sangre o grabados pachorrosamente a navaja, frescos nombres de mujer, a la vera de los títulos de los graduandos y de los escudos y divisas de sus casas y jerarquías. El primer deber del estudiante es vivir altivamente su juventud. En la reja se bebe también la sabiduría en los manantiales perennes de unos labios frescos. Florezcan los idilios en tus viajes, escolar; aprende a tañer la vihuela, a rasguear una guitarra, hazte tuno de ocasión, que vale siempre más ser tuno que bobo; inscríbete en la Tuna de tu Escuela y viaja un poco, como los antiguos capigorrones que hollaban con sus botas zamoranas y sus capas cortas los pueblos de los alrededores, dando serenatas y conquistando bellas. No hay sabiduría sin amor. El que pierde su juventud no podrá nunca almacenar ciencia en los desvanes de su caletre. En estos viejos pueblos todavía conserva el estudiante su prestigio ancestral, y es lógico que lo aproveches para disipar el tedio de aquellas aulas donde os despachan poniéndoos anteojeras como a las mulas, haciéndoos dar vueltas y más vueltas a una noria sin agua, en labor oscura y farragosa.

Al anochecer, antes de emprender la vuelta a Salamanca en tren o en auto, la vega del Tormes recobra su serenidad augusta. Lucen algunas fogatas rojas allá arriba, en los picachos de la sierra de Béjar. Las cuestas de Galiana y de Navales limitan el horizonte; el Tormes reanuda su canción; las luces amarillentas de la villa alargan las sombras de las ruinas en las cuestas y en los altozanos. Hace ya muchos años, en un anochecer de otoño como este, moría en su convento de la Anunciación, en una celdita cuya ventana miraba a la vega, a esta misma vega que tú contemplas ahora desde el muro natural del Espolón, Teresa de Jesús. Ya estaban cerradas las cuatro puertas de la Villa. La de la Torre se abrió varias veces, y por ella se dirigieron al convento pajes y dueñas en busca de noticias. La villa sintió entonces una sensación de angustia. Doblaban a muerto, en la noche, las campanas de Santa Isabel, y de San Martín, y de San Francisco, y de Santa María de los Pajes. Lucían estrellas luminosas como luceros en la noche clara. Y en la villa quedó desde entonces, desde 1582, la huella viva de Teresa pegada a las solaneras de sus casas viejas, a los muros altos que lamen el río y a las almenas, y fosos y contrafosos del castillo de los Alvarez de Toledo.

Por eso, para que por ti mismo señales la huella viviente de la gran escritora y de la mujer singular en este pueblo tan cercano a tu Escuela, he insinuado esta excursión. Te sugeriré otras alguna vez: has de asomarte al paisaje serrano de Béjar; has de asomarte a las piedras románticas de Zamora cuyo silencio esta cuajado de asonancias, cajas, tambores y timbales del Romancero... Regresa ahora a Salamanca. Unos minutos. Terradillos, los montes, la fuente, las cuestas de Pelagarcía, “el alto soto de torres” que cantó Miguel de Unamuno en horas de paz. Las Catedrales se reflejan en el río. ¡Duerme, estudiante, que has ganado el día! Mañana, cuando el cimbalillo universitario rompa tu sueño, verás de nuevo ante la retina de tu corazón la vega de

aquesta tierra de Alba, tan nombrada,

que hizo vibrar tantas veces de amor, ante los encantos de Isabel de Freyre. El espíritu inquieto y juvenil de aquel poeta y caballero toledano que se llamó Garcilaso, y que murió, de cara al enemigo, a sus treinta y tantos años, lejos de esta España que el amaba y conocía tan intensamente.

JOSE SANCHEZ ROJAS

domingo, 22 de marzo de 2009

El Tormes. Números 2 y 4

Hoy ponemos a disposición de nuestros visitantes dos nuevos ejemplares del semanario El Tormes. En este caso se trata de los números 2 y 4 (El número 3 ya se incluyó anteriormente en nuestra hemeroteca.)
Del primero de ellos poco podemos decir que no hayamos señalado con anterioridad. La deficiente digitalización realizada por/para la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica dificulta enormemente su consulta. Respecto al número 4 disponemos de uno de sus originales, y aunque su estado de conservación no es optimo, hemos procedido ha realizar personalmente su digitalización con unos resultados que, modestamente, consideramos de mayor calidad.
Al margen de esto, y atendiendo a sus contenidos, ambas ediciones recogen como tema central la estación de ferrocarril de Alba de Tormes, su lejanía de la población y las solicitudes y gestiones para su remodelación y construcción en un lugar más cercano.

              

domingo, 22 de febrero de 2009

El Tormes. Nº 1

«Si dijéramos realidades, quizá fuera mejor. Realidad es este primer número de EL TORMES que hoy nos cabe el honor de ofrecer al público para que pueda apreciar el tímido balbuceo de unos jóvenes llenos de ilusión que aspiran conseguir para la adorada villa ducal un nuevo ¿ ? con que exornar su nombre inmortal.
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Decir que piensa hacer EL TORMES no es fácil. La juventud no halla horizontes limitados, porque mira siempre a lo alto. A lo sumo limitará su vista al azul purísimo del cielo y este no tiene límites. Empieza hoy a realizar su propósito y bullen en su menta ¡tantas cosas...! Poco a poco irá desenvolviendo su vida. Como al infancia; acaso tropiece como suele tropezar la juventud, por inexperiencia. Mas quisiera ser como ella cuando aún no agita su corazón el desenfreno de las pasiones.

Del caos en que parece se halla envuelto el pensamiento de EL TORMES surgen ya fuera de la superficie agitad algunos puntos, que son como el principio básico en que levantar un recio y seguro edificio. Ve EL TORMES pasar ante sus ojos, como visión cinematográfica, esos puntos con formas reales, tangibles, con denominación propia... estación..., Basílica Teresiana..., pantano..., intereses locales..., gratitud a Salamanca..., y otros muchos en la confusión de la lejanía.

Ya tenemos una causa: Alba y su partido; un lema: juventud; un propósito decidido: vencer.»

Con estos “Propósitos” iniciaba su andadura, allá por el año 1929 el nuevo semanario albense “El Tormes”, cuyo primer número veía la luz publica el domingo 10 de noviembre y que hoy reeditamos en versión digital.

Lamentablemente el proceso de captura de imágenes, de este y de otros números, no se ha realizado con la meticulosidad que hubiera sido de desear, quizás condicionado por el hecho de encontrarse encuadernados los originales y no haber podido, o no haberse atrevido (en aras de su conservación), a desencuadernarlos previamente. El resultado, por tanto, carece de la calidad deseada y dificulta enormemente, y en ocasiones llega a imposibilitar, una completa lectura comprensiva de alguno de sus artículos; sin embargo, y como ya indicamos con anterioridad, consideramos que los ejemplares resultantes son lo suficiente interesantes, aun a pesar de estas deficiencias, como para que merezca la pena incluirlos en nuestra hemeroteca.

martes, 17 de febrero de 2009

El Tormes. Recuperación de nuevos ejemplares

Recientemente hemos encontrado nueva documentación relativa al semanario albense “El Tormes” que ha pasado a engrosar nuestros fondos hemerográficos junto a aquellos otros ejemplares de los que ya disponíamos de copias originales.

Después de acondicionar las últimas imágenes obtenidas y convertirlas en archivos accesibles desde la red, hemos logrado reunir una colección de 17 números consecutivos, que en su día fueron publicados entre el 10 de noviembre de 1929 y el 2 de marzo de 1930, y que, tal y como venimos haciendo, se irán poniendo a disposición de nuestros visitantes.

Lamentablemente el proceso de digitalización de los nuevos documentos a los que hemos tenido acceso deja bastante que desear, lo que ha condicionado una escasa calidad en alguno de los ejemplares resultantes. No obstante consideramos que mejor esto (ejemplares con calidad deficiente) que nada.

domingo, 25 de enero de 2009

El Tormes

Con la incorporación a nuestra Hemeroteca una nueva cabecera de prensa albense alcanzamos otra de las metas que en su día nos propusimos
En este caso se trata de “El Tormes”, dominical que salió a la luz en noviembre de 1929 y del que, gracias a Felisa y Rosalía Dueñas que nos han cedido los originales, contamos con algunos números sueltos, que tras su digitalización pasan a formar parte de nuestro fondo hemerográfico y que, al igual que con otras publicaciones, iremos poniendo a disposición de nuestros visitantes de forma periódica mediante una serie de entregas que hoy, domingo (como hacia El Tormes ), iniciamos con el número 3, fechado el 24 de noviembre de 1929.