No me gusta la moda de mensajes masivos que desde hace tiempo se vienen propagando a través del correo electrónico informando de virus inexistentes, difundiendo falsos comunicados de Policía o Guardia Civil, anunciando ofertas surrealistas, transmitiendo temáticas ajenas por completo al interés del destinatario…etc. etc. No soy partidario, en absoluto, de esas cadenas de correos, y menos aún cuando el remitente no ha tenido la precaución de borrar las direcciones de los anteriores destinatarios ni de ocultar la de los suyos utilizando la copia oculta (CCO), de modo que, después de unos cuantos reenvíos, estos correos facilitan una cantidad ingente de direcciones que pueden ser objeto de un mal uso y que quizás su consecución sea el origen de muchos de ellos. No, no simpatizo para nada con ésta práctica de reenviar correos electrónicos, casi siempre incómodos e indeseables, aunque no por ello dejo de reconocer que en ocasiones uno se ve sorprendido al recibir alguno que nos resulta curioso e interesante. Tal es el caso de éste que, con el título “Decálogo del habla charra”, recibí hace unos días y al que he realizado algunas modificaciones para adaptarlo a mi particular visión de nuestro habla de Alba.
- El de estos pagos no es un lenguaje hablado, sino cantado.
- Nosotros no vamos (o venimos) para allá o para acá, lo hacemos p'allí, p'ahí o p'aquí.
- Cuando algo no se entiende, no se pregunta ¿qué? o ¿cómo?, sino ¿lo qué?
- Y si queremos alguna explicación, no diremos ¿porqué?, sino ¿porque?, poniendo el acento en la o. ¡Ah! Y si la respuesta nos parece exagerada, la contestación es sencilla. “¡Amos aaanda! ¡Estas tu booobo!”
- En nuestras preguntas prolongamos la última sílaba casi hasta el infinito: “Mañana iré a Salamanca. ¿Te vieneeeees?”
- Nuestra jerga dispone de un verbo muy útil: armar. “¿Qué haces?, Na, p'aquí, armando.” “¿Cómo te has hecho eso?, ¡Bah!, armando.”
- Saludamos con un “¿Qué pasa majo?” o un “¡Bueno!” o un “¡Ale!” y nos quedamos tan panchos.
- Nosotros no soñamos, nos soñamos: “Antier me soñé con tu prima”.
- Somos parcos en palabras y gustamos de la utilización de apócopes: “Tó, pues lo que yo decía.”
- No tenemos garaje, tenemos cochera, y no cerramos su puerta, la candamos.
- Cuando tenemos prisa no atajamos, atrochamos.
- Nunca nos atragantamos, nos añusgamos… y cuidado con añusgarse que te puede dar un aciburrio.
- Tampoco comemos pescado, sino pesca, ni pedimos un poco de pan, pedimos una miaja: “Hijaaaaaaaaa trae p'aca una miaja pan”. Y si no tuviésemos, pues nada... nos vamos an cal Pesque y compramos una libreta.
- Si comprobamos que la camisa que acabamos de comprar no nos vale, no la cambiamos, la descambiamos.
- Somos personas serias, de esas que no hacen tonterías, aunque alguna vez se nos escapa una mandanga: “Anda, tira p'arriba y déjate de mandangas”.
- Y como personas serias, no salimos de fiesta. Nos vamos de pindongueo.
- Cuando somos muchos los que pretendemos salir en una misma fotografía, el fotógrafo nos pide que nos arrejuntemos.
- Los autos de choque son para la ciudad, nosotros nos divertimos más con los coches chocones.
- Le pedimos al camarero que nos cobre el chato de vino, y no que se lo cobre, aunque de sobra sabemos que el dinero es para él.
- Eso, si, disfrutamos de una envidiable forma física. Después de hacer deporte nunca tenemos agujetas… tenemos gata.
¡Ala! chochos, hornazo y perrunillas pa tós, que convida la casa.