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Un rincón para la poesía

Alba, sombras, iglesias, el castillo;
un sepulcro, la vega sonriente,
el cristalino Tormes transparente,
donde amó Garcilaso, el buen caudillo.

Las glorias de los Duques, su cuchillo
y su horca, Teresa la doliente,
de los Perales la parlera fuente,
son su timbre de honor y su martillo.

Con Teresa me tienes olvidado,
villa de mi niñez, que eres la fosa,
donde yacen de muerte mis querellas...

¡Tienes el corazón amodorrado,
yo saltaré tu masa pizarrosa
iluminando tu solar de estrellas!

José Sánchez Rojas

Alba de Tormes, tu quietud me duele
y me estremece el alma en convulsiones,
con aquestos fervores que tu pones
en mi pecho, porque a tu cumbre vuele.

Alba de Tormes, tu silencio huele
a claustros de seráficas mansiones…,
parece que en ti rezan los blasones
y que tu viento oros de Historia muele.

Alba de Tormes, para darte brillo,
se conjugan en símbolo y empresa,
un monasterio, un río y un castillo…

Alba de Tormes, en tus espacios pesa
la voz que a don Fernando hizo caudillo
¡…y el último suspiro de Teresa…!

Antonio Álamo Salazar

Alba, sin peso, ingrávida en el aire.
Traslúcida. Encendida. Acristalada.
En evasión eterna suspendida
Y en suspensión de vuelos levantada.

Alba inasible.
Bienaventurada
Porque te cerca Dios y te rodea
Con la gracia del aire, el agua, el sueño,
En invasión total, hecha marea
De claridad y amor.

Bendita sea
La hora de tu luz.
En duermevela
Mi corazón acecha y te desvela,
Alba del aire fino.
Almenadora
De luz hiriente en brechas de la tarde.
Asombrada de sol y asombradora,

El tiempo detenido marca su hora
De eternidad.
Ya es todo puro anhelo.
Puro contorno y brillo de remanso.
Pura ascensión, sin límites de cielo.

Quédate así. Prendida de tu vuelo.
Alzada en tu alto viaje de gaviota.

Llevo en los ojos
Tu quietud diluida gota a gota.

Conmigo va y navega tu alma rota,
Irisada en belleza y esparcida.
Calada en suave lluvia por mi sangre
Mi corazón te lleva de por vida.
Ya declina la tarde. Turbadora
enciende las orillas aquietadas,
vuelve tristeza y alegría al río,
resonancia el amor, el aire malva,
oleaje la sombra de los árboles,
eco el dolor, meditativa el alma.

Francisco Soto del Carmen

Ya vuelvo, querido Tormes;
ya tornan las ansias mías
a ver la pizarra helada
que cubre mi muerte viva.
Castígame desta ausencia,
que de adorarte me priva,
Alba de mi sol difunto,
y noche de mi alegría;
tú sola fuiste mi patria,
y la que dejo enemiga,
porque no hay más propia tierra
que la que encubre Belisa.

Lope de Vega

En la ribera verde y deleitosa
del sacro Tormes, dulce y claro río,
hay una vega grande y espaciosa,
verde en el medio del invierno frío,
en el otoño verde y primavera,
verde en la fuerza del ardiente estío.

Garcilaso de la Vega