lunes, 30 de septiembre de 2019

Alba en el siglo XIX


(Imagen obtenida a finales siglo XIX, con las obras para
construcción de la Basílica Teresiana apenas iniciadas)

SIN TORMES NO SERÍA ALBA
José Luis Miñambres

No hay que olvidarlo:  desde el suelo, el mago Tormes (dominado fluvialmente ahora por el pantano de La Maya) dice adiós al puente, que discurre sereno, rizoso, fluido. Diciendo adiós al verdor de sus orillas, donde crecen inesperados vegetales y crían aves humildes.Pero con la llegada del estío, cuando llega el calor, el puente resalta en su cauce… y en sus riberas. Surge así la imagen de un Alba antigua, distinta. Aunque, mirando bien Alba, mirando bien la villa, no se identifican sus pies cargados de tierra, bajando al río.
     Pero la bajada de ese nivel es también la mirada hacia el rancio, urbano, antañón perfil de los tejados… Se transforma en una imagen airosa, serena, reflejo visual del abigarrado perfil de la villa, que la contempla desde lo alto, con las cabelleras de iglesias y conventos. Pero faltan los símbolos eternos: es extraña la ausencia del castillo y la mole pétrea del Torreón. La luz seca, veraniega, precisa, ha hecho el milagro, un variado perfil de calles, de casas y de plazas, arracimadas por doquier, que ofrecen una cara nueva de nuestro viejo Alba.
     Ni siquiera existe la moderna basílica, si acaso sus cimientos: está presente el trazado que empieza a contemplarse en su nacimiento. Pero…tiempos vendrán en que los muros recreados formarán parte de la esencia moderna y la belleza. Tal vez como un reflejo de los aires del cielo, a los que se dedica una parcela desde el fondo del alma. Y el sentimiento eterno del tempus fugit, pero no el espíritu.

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