lunes, 15 de febrero de 2021

Tenerias

(Fotografía cedida por Miguel Manuel Martín)

Qué nombre tan bello, tan medieval, el elegido por el pueblo... “tenerías”. Y el espacio de la villa, con ese tono abigarrado de la variedad de sus tejados cambiantes en su color y protegidos casi por la falda próxima que viene y la verticalidad de la chimenea, tal vez de rojos ladrillos. El agua del Tormes (veloz desde los montes abulenses, ignorantes de su origen) cruzando lenta y sonora, el viejo puente. Tan cerca, en el río, ese par de chopos, contemplando desde su humildad el paso del agua hacia las tierras de Amatos y sus Arapiles, y la Mesa de Carpio y su castillo.
Son detalles geográficos cargado de hondo simbolismo, sobre todo si pensamos en que su destino se halla en Salamanca, en ese poniente donde nacen las torres. Tal vez como la vida.

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